Blog masónico de Ricardo E. Polo


jueves, 25 de febrero de 2010

Hablemos del "librepensamiento" - Si ud. es masón lea esta nota y despues piense...

Por el V:. H:. Ricardo E. Polo

Si usted se interesa de verdad en el “pensamiento masónico, tome nota de este artículo, léalo hasta el final y después piense bien en lo que ha creído hasta ahora y piense bien en lo que desde ahora tiene que saber.

Hablaremos hoy del librepensamiento. Un término que en nuestro tiempo, está acotado en su ejercicio merced a los condicionamientos que la contemporaneidad ejerce sobre la práctica de esa libertad. Primeramente, nos ajustémonos a la definición: el librepensamiento es la doctrina que reclama para la razón individual, independencia absoluta de todo dogma religioso o de todo criterio sobrenatural. Ese reclamo deriva, naturalmente, del ejercicio pleno de la Libertad. Pero ¿qué entendemos los masones sobre ella?

Veamos lo que sostiene Gallatín Mackey en su «Enclopedia de la Masonería»: «La libertad se define como significación del estado de exención del control o poder de otro. Es la doctrina que los Masones deberían gozar con libertad inrestringible, y la circunstancia de ser libre en todos sus pensamientos y acciones...» Pero aclara Mackey que «Es evidente que la palabra libertad se usa en la Masonería en el sentido simbólico o metafísico, difiriendo de su significación ordinaria».

Habla, entonces, dando como ejemplo que en el uso masónico se observa en la aplicación de las palabras nacido libre u hombre libre, que se utilizan en su acepción legal y acostumbrada y se combina libertad con fervor y celo, como significativos de la idea simbólica. En esto, Mackey cita a Gadicke, que en la palabra Freiheit, en su «Freimaurer-Lexicon», la define como: «Una palabra que con frecuencia la oímos entre nosotros, y que es restringida a la misma limitación como la libertad de la vida social. En nuestras Asambleas no tenemos libertad de obrar como a cada uno le parece, pero somos o deberíamos ser, libres del dominio de la pasión, orgullo, prejuicios, y todas las otras locuras de la naturaleza humana. Somos libres del falso prestigio de que no necesitamos ser obedientes a las leyes». Y agrega que «...siendo de este modo, equivalente con la integridad». (1) Hablamos entonces de valores, puesto que la integridad es cualidad de la persona recta, proba, intachable. Es decir, es reconocer, estimar el valor o mérito de algo o alguien.

No obstante, recogemos una definición un tanto más significativa, que es la que dice que el Valor es la realidad ideal por cuya participación las cosas adquieren cualidades que nos hacen estimarlas diversamente. Su jerarquización forma la escala de los valores: económicos, vitales, intelectuales, estéticos, éticos o religiosos y el juicio en el que se atribuye un valor de manera subjetiva.

Pero, fundamentalmente, todos esos postulados adquieren mayor significación para el progreso del Hombre, si el Derecho a ejercer la Libertad se deriva de una doctrina racional que imponga lo irrestricto de su ejercicio, sin otra limitación que el reconocimiento del Derecho de los otros. Vivimos un Tiempo de avances tecnológicos en función de los cuales, se habla de «una mejor calidad de vida» para el Hombre. Pero es evidente que esa mejora en las condiciones de vida, no supone un mejor ejercicio de la libertad. Si nos atenemos, entonces, a la libertad y su ejercicio, como un Derecho inalienable del Hombre, suponemos que a la «libertad de pensamiento» debiera considerársele como inmanente (2).

La vitalidad de tales conceptos tiene referencia en lo trascendente (3), porque el ibrepensa-miento es el que permite y ha permitido e incluso permitirá, la liberación del Hombre de sus ataduras supersticiosas y el camino más transitable y apto para abocarse al búsqueda de la Verdad. Y en eso, el masón debe constituirse en ejemplo. La verdadera lucha contra la mentira, es la que se materializa contra los dogmas. Dice José Ingenieros en su obra «Las fuerzas morales», que «Los dogmatismos son coacciones que los beneficiarios de la mentira, hacen gravitar sobre nuestras conciencias» y apoya su afirmación en que «Las castas y las sectas imponen el sacrificio de algunas verdades o una limitación del libreexamen». He allí las paradigmáticas (4) afirmaciones de un pensador que alentaba su esperanza en aquellos que se sienten renovadores.

Y no cabe duda que el masón, precisamente por su condición de tal, por el uso irrestricto de la Razón y por ser un librepensador, debe ser, sin duda alguna, un renovador. Dice el I:. y P:. H:. José Ingenieros, al respecto del renovador, que «Su obra y su ejemplo sobreviven en los siglos, acrecentando el patrimonio moral de la especie humana». Pero ¿como podría un masón alcanzar tales ideales, declarándose a si mismo y a través de sus ideas, como un trabajador condicionado, limitado, aferrado a cualquier dogma? (5) No cabe duda que la secularización (6) ha permitido al Hombre desarrollar sus potencialidades. «Todo progreso moral -sostiene Ingenieros- es el triunfo de una verdad sobre una superstición». Pero tal actitud de compromiso tiene sus riesgos.

No es sencillo asumir el rol de librepensador. «En todos los tiempos y lugares -dice Ingenieros- el que expresa su verdad en voz alta, como la cree, lealmente, causa inquietud entre los que viven a la sombra de intereses creados». Y así sucede desde los más remotos tiempos. Desde el primitivismo del poder del más fuerte, o desde el poder del más fuerte cifrado en los dogmas. Agrega el ilustre pensador refiriéndose a la cobardía moral, que «...la mayor de todas las cobardías consiste en callar la verdad para recoger las ventajas que ofrece la complicidad con la mentira...»

El librepensamiento ha permitido a la Humanidad salir del oscurantismo y la superstición, al precio de mucha sangre. Sangre de los mártires como Servet y Giordano Bruno, la cicuta de Sócrates o la trágica rebeldía de Galileo. Y tantos otros que promovieron el Renacimiento o humanizaron el Conocimiento con la Enciclopedia. No resulta tan extraño que establecidos los parámetros de funcionalidad de algunas Instituciones, con los ideales expuestos en sus principios constitutivos, posteriores «reformas» se hayan ajustado al criterio dogmático que luego las condiciona.

Pero esto no resultaría extraordinario, si no mediara el hecho de que sus integrantes acaten restricciones pero por «...vivir a la sombra de los intereses creados». No hace mucho tiempo ha muerto en Buenos Aires, un Q:. H:. al que se homenajeó con una sencilla comunicación de su fallecimiento. Se acordó de él, el V:.M:. de una L:. que lo informó a través de un mensaje en la virtualidad de la Web(**). Pocos hoy saben del extinto. Pero él se hallaba en el ostracismo tras casi tres décadas, por haber renunciado a la complicidad con quienes vivían a «la sombra de los intereses...» y por defender el honor y dignidad del H:. que esto escribe. Nunca fue reconocido su gesto, ni reparado el agravio. Y la esencia moral de este caso, es la persistencia del anatema infundado y miserable. Fue por la defensa del librepensamiento, la causa de lo acontecido. De allí que con el paso del tiempo, más que una ocasional disidencia, el hecho de persistir evidencia los enconos que dividen a los hombres.

Sin el librepensamiento resultará imposible restaurar la Esperanza o avizorar ese «Futuro mejor ante un actual imperfecto...», que inmortalizó Ingenieros al exaltar los valores de las «fuerzas morales». En un tiempo de multitudes y demencias sociales, ocasionalmente surgen los renovadores. Y cuando estos reclaman su ubicación en la sociedad, existe una máquina imparable que los aplasta sin misericordia. Estas cosas no les ocurre tan solo a los revolucionarios, también abarca a quienes aspiran a reformar con moderación las cosas.

Consideraciones sobre ciencia y saber Sostener que «...es absurda la noción de principios absolutos e invariables y no merece llamarse hombre de ciencia quien padezca esas supersticiones trascendentales de los antiguos teólogos y metafísicos» (7) es discutido hoy por HH:. que se sienten imbuidos de un misticismo cuasi teológico, derivado de algunas poco sutiles interpretaciones de los Landmark´s (8) que rigen la Regularidad masónica. Están inmersas hoy en la convivencia logial, dicotomías significativas.

La discusión sobre el dogmatismo que impera equivocadamente, se nutre de la sorda pugna entre racionalistas y creyentes. La ausencia de una clara definición sobre lo que es verdaderamente Masonería, se agota en el discurso comprometido con la dinámica de las corrientes imperantes. Si a ello se suman las indefiniciones axiomáticas (en el sentido ideológico-institucional) o las definiciones circunstanciales postuladas por aquellos que ocupan los cargos representativos, advertimos la magnitud de la problemática que nos concierne hoy. «Cuando la sabiduría deje de ser un deporte de epicúreos, podrá convertirse en fuerza moral de enaltecimiento humano» (10) Más allá de lo circunscripto del concepto, pues Ingenieros se refiere a la Ciencia, podemos extender la idea al hecho de que nuestra Orden aspira al ejemplo, como paradigma de conducta de sus miembros. Pero si estos confunden el espíritu y la letra, a través de interpretaciones sobre los paradigmas fundamentales de la Hermandad, seguramente el mensaje trascendente deja de ser tal para sus proyecciones y se circunscribe al ámbito de consenso del sector que lo acepta.

Se hace necesario extrapolar (11) la afirmación relativa a que «El espíritu científico excluye todo principio de autoridad» (12) y condicionarla en este caso, a la realidad de nuestra Institución. Porque «Un sistema funcional compuesto de elementos variantes, no puede conciliarse con dogmas cuya invariancia se presume inaccesible a todo examen o crítica. El desenvolvimiento del saber, tiende a extinguir las verdades infalibles sustentadas en el principio de autoridad y reputadas inmutables» (13). Tales «reflexiones» -si es que podemos llamarlas así- revelan la ausencia de una ponderación respecto de las normas y la necesidad de adecuarlas al devenir de los tiempos.

De allí la evidencia de antinomias explicables, pero innecesarias en una Institución como la nuestra. Todavía subsisten ciertas «limitaciones», para que el masón pueda expresar sus ideas fuera del ámbito propio. Y dentro de él, con una sutil imprudencia, para evitar colisionar con el status aferrado a las maximalistas interpretaciones de las Constituciones andersonianas.

El librepensamiento, cuestionado hoy debido a teístas o deístas, a dogmáticos landmarkianos (14) o simplemente a las diversas corrientes de pensamiento que han confundido el espíritu inquisitivo del masón, que es el que lo lleva a la búsqueda del Conocimiento discurriendo por conjeturas y señales, con la presunción de que existen verdades reveladas que deben acatarse. Liberar al hombre de las «...cadenas misteriosas que son las más humillantes...» incrementa «...el sentimiento de responsabilidad moral frente a las contingencias de la vida». Ingenieros sostiene al respecto, que «Eliminar los temores que nacen de la superstición, devuelven a la humanidad su rango legítimo en la Naturaleza y desarrollan un bello sentimiento de serenidad ante la inestable armonía del Universo».

Tan idealistas conceptos morales, debieran motivar a los masones dedicados a la teología en sus trabajos, que no advierten que la masonería no acepta dogma alguno, ni constituye un sincretismo religioso. De allí que el librepensamiento sea el ámbito mediante el cual se expongan los ideales. Sin ellos estaremos concibiendo obras muertas. Por eso podemos leer de aquél insigne masón, que «...un ideal, como fuerza viva, es la antítesis de un dogma muerto, difieren tanto como un ruiseñor que canta en la rama y su cadáver embalsamado en la vitrina de un museo».

No creo que sea factible una imagen mejor, para describir lo perfectible. Y en la continuidad del pensamiento del Q:.H:. José Ingenieros, arribamos a la magnífica y expresiva sentencia suya, que dice: «Toda moral idealista contiene una previsión del porvenir: Es su carácter esencial, llevar implícitos los conceptos de perfección continua y de incesante devenir. Solo merecen el nombre de idealistas, los hombres que anhelan algún futuro mejor, contra un actual imperfecto».

De allí que podamos comprender el llamado del actual R:. G:. M:. de la Masonería Argentina, cuando exaltó los valores y virtudes de la Utopia, instando a no claudicar de ella. Para aquellos QQ:. HH:. que se muestran proclives de incursionar en revelaciones, esoterismos, misticismos y doctrinas que se denominan Tradicionales y Primordiales, sin que se sepa a qué primordiales orígenes se alude, es posible mencionarles estos conceptos de Ingenieros: «Muy distinta es la escala de valores del tradicionalismo, simple doctrina de regresión al pasado, que en cada tiempo y lugar pretende poner trabas a todo lo que significa renovación o perfeccionamiento. Cuando afirma que lo antiguo es mejor que lo presente, su oculta intención es sugerir que lo presente es mejor que lo futuro. En la vida social se resuelve en una acción de resistencia a la justicia y al progreso». Debiéramos mensurar el alcance de tales conceptos.

Pero, y esto es axiomático, el librepensamiento nos indica que «No existe un abstracto ideal con caracteres absolutos, mero concepto trascendente y eterno». En consecuencia: «La aspiración moral de lo mejor, no es privilegio exclusivo de ningún dogmatismo metafísico». Hasta aquí nos hemos referido, asociándolos, a conceptos vertidos por un masón que ha sido un «maestro» de varias generaciones de jóvenes". Sus ideas sobre la ética y la moral y "«las fuerzas» que ambos conceptos generan, podemos extrapolarlas a la condición del Maestro en nuestra Orden". Veamos qué sostiene ese gran Maestro que fue Ingenieros al respecto: «En todo tiempo han merecido el nombre de Maestros los que supieron encender en los jóvenes el amor a la verdad y el deseo de investigarla por los caminos de la ciencia; pero fueron Maestros entre los maestros, los que trataron de ennoblecer ese amor y ese deseo, sugiriendo ideales adecuados a su medio y a su tiempo, para que la imaginación superase siempre a la realidad, remontándose hacia las cumbres inalcanzables de la perfección infinita».

Cuando analizamos la realidad institucional que puede observarse, despojados de hipo-crecías y condicionamientos, podemos comprender las ausencias entre columnas, las deserciones explicables, las decepciones comprensibles. No se ejerce el librepensamiento en proporción a la doctrina, claramente expuesta en los Rituales, que no resulta necesario considerarla obsoleta, sino atenerse al sentido sugerente y orientador de su contenido. En «Las fuerzas morales», Ingenieros sostiene que "...cada generación debe repensar la historia», porque piensa que los hombre envejecidos se la entregan corrompida". Pero previamente, sostuvo que «La historia sin sentido moral es una máquina de mezquindades; rebaja a los dignos, justificando a los miserables»

Para los QQ:.HH:. que propagan el respeto irrestricto a los Linderos que prohíben, o que retacean y condicionan el accionar propio; a los que niegan a la Masonería su acción revitalizante en la Historia y circunscriben su trabajo al individualismo ejemplar, podemos recordarles y con relación al «librepensamiento», esta exhortación que un Maestro masón, considerado hoy por los educadores como «perimido» o fuera de moda, brindo a la juventud: «Rinda culto la juventud de nuestros pueblos a los grandes hombres que lucharon por la emancipación política, por el ascenso ético, por la justicia social, manteniendo la continuidad del espíritu renovador en el curso de la historia.

Nació la conciencia revolucionaria con el anhelo de la independencia, triunfó derribando el feudalismo colonial, fue enriquecida por la obra de pensadores y estadistas, renació en cada nueva generación y fue el núcleo de ideales sin cesar integrados por las minorías ilustradas. Ame la juventud ese pasado en marcha y subraye admirativamente sus valores en la historia de los pueblos nuevos. “Pero solo será justa si al mismo tiempo reprueba a cuantos obstruyeron la obra secular, pues los que fueron ayer sus enemigos, lo son también hoy, y mañana lo serán por fuerza». Finalicemos este trabajo, señalando la dicotomía reinante hoy entre estos conceptos idealistas y liminares en la historia de la Masonería, con los precarios conocimientos que las tendencias reduccionistas e interpretativas de esa Historia, hacen en quienes poco la conocen.

La tendencia a «cuestionar o minimizar», e incluso tergiversar la participación de la Orden, en las gestas revolucionarias que han transformado la Historia de la Humanidad desde el siglo XVIII; la tendencia a teologizar la doctrina masónica, incorporando a sus Rituales tanto el ceremonialismo como dogmas, revelaciones, la inmortalidad del alma o las creencias de divinidades antropomórficas, desvirtúa aquella «operatividad» constructiva, racional, civilizadora, protectora del débil y profundamente imbuida en incentivar el imperio de la justicia, el Orden sobre el Caos y luchar por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.

Resulta ocioso señalar, que debe ser reexaminada la estructura condicionante de aquellas normas que se impusieron en el siglo XVIII, debido a muy particulares circunstancias de tiempo y lugar. Que la Masonería no es especulativa desde 1727 y que si lo ha sido desde 1523, debido a lo postulado en la Asamblea de Masones de Paris de 1523. Y que la historia de la Masonería debe ser reescrita para evitar que las «bisagras» históricas, modifiquen su esencia civilizadora, revolucionaria (12) y progresista. Entre las «libertades» más esenciales del hombre, del que resiste los embates de la costumbre y aspira al progreso y la perfección, está la del librepensamiento.

Y más allá de su contexto, la libertad de expresión, sin la cual no sería posible transmitir el pensamiento. Pero el librepensamiento, más allá de constituir un Derecho y en nuestro caso una obligación, depende también y creo que esencial y fundamentalmente, en el Derecho a la información veraz y sin censuras que, en estos tiempos de presuntas «globalizaciones», se ha convertido en desinformación, tergiversación, operaciones de prensa o «basura» mediática. Para que los masones hagamos cierta la doctrina del librepensamiento, deberemos manifestar la certeza de no acatar el peligroso teorema de la innata inmoralidad humana.

(1) Integridad: honradez, probidad, rectitud, moralidad, decencia, lealtad.
(2) Inmanente que es inherente a un ser o a un conjunto de seres, y no es el resultado de una acción exterior a ello.
(3) Trascendente: de gran importancia por sus probables consecuencias. Según el pensamiento filosófico de Kant (1724-1804), es el estudio que tiene por objeto las formas, principios o ideas a priori, en su necesaria relación con la experiencia. Que es una condición a priori y no un dato de la experiencia. En oposición a empírico.
(4) Paradigma: ejemplo que sirve de norma, esp. de una conjugación o declinación.
(5) Dogma: punto capital de un sistema, ciencia, doctrina o religión, proclamado como cierto e innegable. Que afirma como verdad inconcusa o como un hecho establecido, lo que es discutible.
(6) Secularización: fenómeno cultural caracterizado por la desaparición de los paradigmas mítico-religiosos.
(7) José Ingenieros, «Las Fuerzas Morales». (8) de las Constituciones de Anderson de 1723 y sus reformas.
(**) Se trata del M:. Q:. H:. Arno Leuch. G:. 31 del S:. C:.del R:.E:.A:. y A:. de la República Argentina, hoy en el O:. E:.
(9) axiomático: incontrovertible, evidente. Conjunto de definiciones, axiomas y postulados en que se basa una teoría científica.
(10) Idem Obra citada.
(11) Extrapolar: aplicar una cosa conocida [a otro dominio] para extraer consecuencias e hipótesis.
(12) Idem Obra citada.
(13) Idem Obra Citada.
(14) Eufemismo derivado de «landmark», Lindero o límite.
(15) Revolución: cambio en la esencia o marcha habitual de las cosas. Esta es la acepción más correcta sobre el término, ya que los diccionarios se ocupan de distorsionar el término, relacionándolo con la violencia, el terror, lo turbulento, haciendo hincapié en los aspectos revulsivos del acontecer histórico. La revolución es un cambio, una necesidad histórica cuando la realidad factible de los cambios necesarios, resiste las posibilidades de llevarlos a cabo.

Lamentablemente, las acepciones consignadas, generalmente son adversas a la legitimidad del Progreso por esa vía. II Parte Hablábamos del librepensamiento en la edición anterior, destacando lo vital que significa él, en el contexto de la Masonería. Y no podemos menos que formular algunas reflexiones y consideraciones, respecto de tan importante derecho que posee el ser Humano y en especial en aquél que resulta Iniciado en los denominados «misterios» de la francmasonería. A lo largo del tiempo en que el masón desarrolla sus actividades en la Orden, se va conformando una personalidad intelectiva que faculta a quien persevera en los «conocimientos» masónicos, tener conciencia y visión de un mundo que procura ser distinto del que nos toca vivir.

No se trata esto de una visión «idealista», del tipo Berkeliano, sino de una visión ideal que surge de la concepción masónica de lo que llamaríamos «un mundo mejor, ante un actual imperfecto». Sin cometer la indiscreción de revelar los dictados de nuestra doctrina en el R:. E:. A:. y A: ., en cuyo seno es posible alcanzar el verdadero conocimiento de aquello a lo que la Masonería aspira dentro de la convivencia humana, podemos afirmar que una inmensa mayoría de QQ:.HH:. no capta con claridad las aspiraciones humanitarias, civilizadoras, para-digmáticas que original y doctrinariamente, procura en su accionar, nuestra Orden. Resulta ser y mi experiencia en lo masónico me lo indica, que a lo largo del tiempo se van distorsionando los objetivos y desvirtuando los conceptos.

Para demostrarlo, puedo mencionar algunas alternativas que así lo producen, comenzando por los equívocos más conocidos, como son el sostener que la masonería puede «practicarse» y concentrarse en lo que denominamos «simbolismo», en la creencia que originalmente y dentro de los parámetros de la Masonería Operativa, solo tenían vigencia los tres Grados: Aprendiz, Compañero y Maestro. Si bien es cierto que antes de la creación del Rito Escocés Antiguo y Aceptado la Masonería se estructuraba sobre esa base, lo que en realidad se produjo al crearse el Rito fue sistematizar doctrinariamente parámetros y paradigmas que ya existían en el orden filosófico y «especulativo» de los antiguos masones, que además de haberse asociado en razón de su profesión de «constructores» no circunscribían su «asociación» tan solo a la práctica del trabajo, la defensa de sus derechos o el «conocimiento» que los maestros arquitectos transmitían profesionalmente. Resulta obvio historiar lo que sabemos respecto de las asociaciones de constructores, dentro de lo testimonial de su desenvolvimiento. Pero también resulta necesario advertir, que los contenidos de los grados del «filosofismo», tal como conocemos al R:. E:. A:. y A:., no son un «invento» de sus creadores o divulgadores.

Por el contrario, los Rituales de grado han pretendido sistematizar y concretar ideas, aspiraciones, doctrina y sus parámetros constitutivos, para alcanzar una sociedad civilizada, progresista, propagando la Ciencia y la filosofía dentro del ámbito de la Razón, como el único (sin sostenerlo como fundamentalismo) método de hallar la Verdad y a través de ella, la mayor comprensión sobre los grandes interrogantes de la mente humana. La masonería tiene la particularidad de no minimizar o generalizar los enigmas que acucian al pensamiento del Hombre. Resulte este ser un desinformado o una eminencia en el saber. Todos los hombres se plantean dudas y aceptan respuestas o las adoptan según su nivel intelectual y formativo. Desde los albores del conocimiento, desde que el hombre despertó de las tinieblas del homínido, siempre lo han condicionado sus interrogantes e impulsado a develar los enigmas que su «comprensión» o ignorancia de las cosas, lo llevaron hacia la búsqueda de respuestas. Y en el fondo de tal particularidad en su naturaleza, no cabe duda que la «libertad» con la que puede pensar o razonar, es lo que le ha permitido obtener respuestas. Eso, naturalmente, es el librepensamiento.

En uno de los Rituales del filosofismo, podemos leer algo sumamente significativo, que condensa sin fragilidades y expone claramente, el hecho cierto que explica el trabajo masónico en si mismo y que debe ser tomado como fundamento de si mismo. Se expone así: «Nuestro lema dice: «Ordo ab chao», el «Orden sobre el Caos». Reina el desorden y la confusión en el mundo político y moral (aunque no se refiere el párrafo a un momento determinado de la Historia...). Los más audaces se hacen los más poderosos; adquieren los medios de intimidar o seducir a los incautos y crean la tiranía, el despotismo y la arbitrariedad que rigen hoy los destinos de todas las naciones que se tienen por más civilizadas.
La Justicia se administra al antojo de los gobernantes, los advenedizos ocupan los puestos reservados para el talento y el saber; el oro oscurece el brillo de la inteligencia y es el único afán, el único móvil y objeto de las intrigas y execraciones: el mérito desaparece eclipsado por la falsa ciencia apaniguada, y la ley es el capricho del tirano. En los templos dominan el engaño, la astucia y la maldad». Si nos atenemos a la época en que tales conceptos fueron vertidos (Siglo XVIII), estos términos parecerían estar explicados en el imperio de las monarquías y las convulsiones sociales de aquellos tiempos, pero si extrapolamos y ubicamos los conceptos aplicados, a nuestro tiempo, advertiremos que pudieron haber cambiado las formas, pero no ha cambiado el contenido.

Cual si estuviésemos viendo la realidad tras los parámetros de una radiografía, seguramente nos asombraremos de advertir que aquello de que «no hay nada nuevo bajo el sol...» se convierte en una verdad perfectamente demostrable. En el Ritual que hemos mencionado, luego aparecen claros y precisos los siguientes conceptos: «Estúpidos sacerdotes que se dicen ministros del Eterno e intérpretes de su Ley, corrompen las costumbres con un dogma envilecedor; embrutecen a las masas con un culto tan torpe como ridículo, siembran el fanatismo y la superstición en el niño, la discordia en la familia y la inmoralidad en las naciones. Unos y otros se abrogan el derecho de dirigir las escuelas, los talleres, los gremios, los menores pasos del hombre; en todas partes están, todo lo revisan; y el Caos más espantoso ha invadido el Universo.

De él nos proponemos sacar el Orden y destruyendo los abusos, aniquilando el Fanatismo y la Hipocresía, difundiendo la Luz... La Tarea es difícil, pero gloriosa y en tan espinoso camino nos favorece el impulso constante de la Naturaleza entera. Nuestra Institución está encarnada en el Progreso, fomenta la Evolución civilizadora en todo el Orbe y su triunfo es por ello seguro e inevitable». Tal vez suceda que el vertiginoso y problemático convivir que nos atrapa en estos tiempos, haya hecho pensar a nuestros QQ:.HH:. e incluso al ciudadano común, que tales premisas carecen de motivación o resultan ajenas a nuestro tiempo. Tal es el estado de incertidumbre al que está sometido el Hombre, que no parece advertir, en toda su magnitud, las tinieblas que oscurecen su vida cotidiana.

Tal vez ocurra por el poder de la mediática y al mismo tiempo la vertiginosidad de las acontecimientos mundiales, la dicotomía entre problemáticas distintas o la confusión reinante en materia socio-político-económica, que afectan y abruman al ciudadano en el planeta. Incluyendo, claro está, la multiplicidad de conflictos, intereses en pugna y la ahora reinventada colisión entre Occidente y Oriente, esta vez impulsada por el Imperio vs. el Islam, que parece remedar el tiempo de las Cruzadas... Lo cierto es que los males que la Masonería ha combatido desde su origen, no solo no han sido erradicados sino que se incrementan a medida que las variables recrudecen y colisionan. También ocurre que los factores de poder, dentro y fuera de las Instituciones, se conforman de acuerdo con el nivel de inteligencia y formación del ciudadano y además, con la inclinación a ejercerlos en demasía, acorde con el sentido de impunidad que reine en cada ámbito. Sencillos principios como el «saber», la «virtud» y la «verdad», pudieran iluminar las inteligencias del mundo. Y en eso debe hallarnos la Masonería.

En esa tarea, en ese esfuerzo personal que es deber del iniciado. Deberemos recordar siempre que «Todos los males de la Humanidad provienen de la defectuosa organización de las Instituciones». Eso lo sostiene uno de nuestros Rituales que dice «...El hombre primitivo por instinto social se reunió en familias, tribus y naciones y el más sabio fue el jefe y el padre o patriarca de los asociados. Mas observando las ventajas y prerrogativas inherentes a la autoridad, se despertó la ambición y el más fuerte usurpó el poder de gobernar a la asociación y la oprimió imponiéndole su arbitraria voluntad a los demás. Pero el más astuto e hipócrita, para empujar aún a los más fuertes, se valió del temor a Dios, se dijo ministro suyo y en comunicación con él, le dio su ley y gobernó a su antojo».

Y ampliando aún más estos elementales pero certeros conceptos, que diagnostican el mal que transpone todos los tiempos, leamos lo que nuestro Ritual explica, al decir: «...De concierto unas veces y otras en guerras encarnizadas, agitando las masas ignorantes y envilecidas por su nefando influjo, ambos han explotado y explotan hoy día a los pueblos, manejándolos según su capricho, sus leyes envilecedoras y forjadas a su amaño para perpetuarlas en la superstición, el fanatismo y el embrutecimiento, creando sucesivamente la esclavitud del vencido, el despojo del acusado; la distinción de castas, el feudalismo, los calabozos; la fiscalización y la tiranía más espantosa, la Inquisición papal, en fin y cuantos males aquejan y han aquejado al género humano.

Pero en contra suya los filósofos, los francmasones, se han levantado dolientes por las miserias de la humanidad, para cortar los abusos, reparar las injusticias y castigar la iniquidad, reconquistando denodados los derechos del Hombre, hollados por los oligarcas y establecer en la Tierra el reinado de la Razón» Las frecuentes discusiones relativas a tales conceptos, que se ven planteadas en el ámbito de nuestros talleres y ahora en las Listas Masónicas en la Web, evidencian como resultado una desproporcionada realidad entre lo cierto y lo creído. Muchos de nuestros QQ:. HH:. desconocen que el reinado de la Razón tiene fundamento en alcanzar la Redención Social, que bajo el nombre de Grande Obra constituye el objetivo de la Masonería.

Tal vez los excesivos compromisos con la pretendida «interpretación» de los símbolos, aparta al masón de la línea horizontal, al punto de no permitirle saber que su accionar se debe a «...la reivindicación de los derechos que da la Naturaleza al hombre, los cuales son inherentes a su ser.» La evidente tendencia a la religiosidad impuesta por las Constituciones de Anderson y la proliferación actual de diversos conceptos religiosos que se intentan introducir en la temática masónica, han hecho olvidar que nuestros manuales señalan que «No precisamos la religión cristiana, ni la judaica, ni la mahometana, ni partido político alguno: ni los atacamos ni defendemos. Declaramos guerra eterna al Vicio y a la Maldad; tenemos por patria el Universo y por familia a la Humanidad, y con paciencia y constancia trabajamos incesantemente en modificar el organismo social presente, derribando piedra por piedra el monstruoso e informe edificio de los astutos y tiranos, estudiando sus arterías y depredaciones y las necesidades crecientes de los pueblos, hasta conseguir asentar en el mundo entero los principios que os hemos inculcado en las cámaras capitulares y consejiles, y que os habéis obligado a sostener y propagar haciéndonos “apóstoles del Progreso». No os asombréis, QQ:. HH:. que tal vez por vez primera estéis leyendo estos conceptos. No han sido «inventados» por este pensador masónico. Han sido escritos y publicados en nuestros Rituales. Son parte de la extensa y nunca limitada enseñanza doctrinaria y proposición elocuente de nuestro accionar. A eso se debe la prédica constante de pensadores como José Ingenieros o luchadores como Francisco de Miranda o el general don José de San Martín. Ellos no dedicaban su tiempo a lucubraciones gatopardistas o a la acumulación de inexactitudes, como las que hemos leído por estos días. Resulta ser que en el anuncio de un Congreso Internacional Masónico, se dice que la «Masonería Moderna o especulativa se inició en Europa en 1717, junto con la fundación de la Gran Logia Unida de Inglaterra...». Siendo, como lo es, inexacto, al punto de que cualquier masón que tenga ante sus ojos ese texto y no conozca la Historia masónica, lo creerá a pie juntillas.

La «Masonería Moderna o Especulativa» nació en Londres en 1717 y no en Europa y la Gran Logia Unida de Inglaterra nació en 1813, con la Unión de las Grandes Logias habidas en Gran Bretaña. Y es más. Un Vademecum publicado en Argentina por el año 1934 y editado por mi Logia Madre, sostiene que «Las únicas cuatro Logias que había en Inglaterra en 1717 se reunieron el 7 de febrero en la taberna de «La Corona», de Londres, donde resolvieron unirse en una sola Gran Logia, de la cual se nombró Gran Maestro a Antonio Sayer, el día 24 de junio del mismo año».

Las Cuatro Logias que se mencionan no eran las únicas en Inglaterra, su unión fue para formar la «Gran Logia de Londres y Westminster», que fue considerada por la Gran Logia de York -en plena vigencia- declarándola «espuria» (en ese tiempo no existía la famosa Regularidad o Irregularidad) y varios de sus integrantes, entre ellos James Anderson, no eran Masones Iniciados. Estas no son «mis» afirmaciones, son hechos históricos que han sido sistemáticamente confundidos o tergiversados. No hablaré de los anatemas y sambenitos con los que he sido «condecorado» por algunos de mis QQ:. HH:. He aprendido en estos últimos tiempos de investigador y estudioso, que la magnitud del desconocimiento sobre la Historia de la Masonería de los últimos 7 Siglos es tal, que se cree a pie juntillas la versión actual de la leyenda de Hiram Abif y la construcción del Templo de Salomón, inventada por James Anderson y Theofilo Desagulliers, ambos pastores calvinistas. Al redactar las Constituciones de 1723, sostienen una Historia que lleva el origen de la Masonería más allá de Adán y Eva e incluso, «anterior» al mundo...

Por eso la importancia del «librepensamiento». Así como el «libreexamen» permitió a Lutero cuestionar las inexactitudes e invenciones de la clerecía católica, es un deber de cada masón imbuido de la mística del pensamiento doctrinario de la Masonería, muy anterior y no acotado a las Constituciones que hoy aparecen como dogmáticas, investigar a fondo en la Historia de la Institución. Hace unos días, en un encuentro con un Aprendiz recientemente iniciado, me enteré de que al preguntar cómo podría él «conocer» más sobre la Orden, se le dijo que se atuviera al Ritual de su grado, pues «...la lectura de otros tratados producirían en él la confusión»...

En mis 46 años de membresía en la Orden, nunca escuché tamaño despropósito. De allí que pueda comprender, al menos, las inexactitudes que son repetidas en L:. y Talleres. No puedo pormenorizar mi paso por distintas L:. de la Obediencia. Debo reconocer que he conocido QQ:. HH:., algunos de los cuales los lloro por su ausencia, pero debo confesar que me he visto enfrentado con algunos que no me han perdonado estudiar, investigar y profundizar en el pensamiento masónico. E incluso con alguno que me ha difamado en el orden internacional, en las Listas Masónicas, llevando y trayendo chismes con la pretensión de descalificarme. Poca muestra de fraternidad, claro está. En la actualidad cuento con Plancha de Pase y Quite y a plomo con el Tesoro de una Obediencia Regular. Por lo que ciertas calificaciones hacia mis actividades intelectuales, me excluyen de anatemas capciosos.

Prefiero seguir haciendo lo que hago, precisamente por sentirme «librepensador», que acatar controles o supervisiones de algunos «funcionarios» que creen saber y en realidad, no saben. Lo que me preocupa si, es el hecho de que mis de tractores impiden o retardan la circulación de mis trabajos de investigación Histórica, entre ellos el que se denomina «¿Es la Masonería una religión?», que constituye un meduloso análisis de las opiniones vertidas en la Universidad Complutense de Madrid, con los Cursos de Verano realizados en El Escorial y dirigidos por el jesuita José A. Ferrer Benimelli. La participación en esos Cursos de destacadísimos historiado-res, representantes de diversos credos e integrantes de Supremos Consejos de la Masonería, me permite establecer un lazo de seriedad en la temática desarrollada.

Por otra parte, las investigaciones que hemos desarrollado respecto de la Masonería Operativa y la existencia de la poco conocida pero no menos importante y trascendente Masonería Progresista Universal, Rito primitivo, originada en Florencia a través del gran masón que fuera Leonardo Da Vinci, con sus Academias de neto corte masónico, son ignoradas en nuestro ámbito con elocuente silencio. Y sí «comentadas» nuestras proposiciones, a través de un significativo número de virus que recibimos en nuestro diario intercambio de mensajes por la Web. Como «librepensador» tengo conciencia de los riesgos que se corren al luchar contra Tirios y Troyanos, incluyendo muy QQ:.HH:. cuyos consejos procuran convencerme de no «pelear contra molinos.

Naturalmente que no soy ni me siento un Quijote. Pero me alcanzan los extremos de la Ley, esa que desestima al que crece, enloda al que piensa o anatematiza al que disiente. Pero, también se que hasta la fecha, mis Trabajos no han sido refutados, ni mis afirmaciones constituyen motivo de Juicios masónicos. Me asombra la falta de cuestionamientos a las inexactitudes. Hay como cierto temor a indagar o al menos pareciera que ciertos conceptos pudieran ser dogmáticos, dentro de una Institución profundamente racionalista.

Aunque debo confesar haber escuchado que «...ya no podemos ser racionalistas...» tal vez en mérito al auge de los misticismos, esoterismos, religiosidades, dogmatismos e incluso la admisión de «verdades reveladas», que con mayor frecuencia se incorporan al lenguaje masónico. En el Vademecum mencionado precedentemente, hemos podido leer que "Los doctores Anderson y Desagulliers fueron los que perfeccionaron los antiguos métodos y constituciones. A ellos se debe el hecho de que la Masonería sea libre y aceptada, fundada en la Leyenda de Hiram y el simbolismo del templo de Salomón»... Nada menos. Leído así, de sopetón, pareciera ser legítimo lo dicho por el autor del Vademecum."

Pero... Sin embargo, se encuentra en discusión, incluso afirmado por Robert Gallatín Mackey en su Enciclopedia de la Masonería, en la que señala que los «antiguos documentos que mencionan ambos doctores..., no puede decirse que sean auténticos o legítimos, y algunos de los que fueron tomados en cuenta se curiosamente se «...quemaron o desaparecieron en un incendio en Londres...» Y a mi entender y por si fuera poco, entre los antiguos documentos o manuscritos existentes al momento de su utilización, no fue mencionado ni tenido en cuenta aquél que se denomina «Principios básicos de la Francmasonería Primitiva, aprobados en la Asamblea General de Francmasones que se reunió en Paris en 1523» y que constituye el más auténtico documento que perfila el quehacer masónico y la relación de la Masonería con el mundo que le toca vivir.

La afirmación de que la Masonería «sea libre y aceptada», en función de las Constituciones de Anderson o que se «funde» en la leyenda de Hiram y el «simbolismo» del templo de Salomón, también constituyen inexactitudes. Porque lo de «...libres y aceptados masones» es más antiguo que las Constituciones de Anderson y lo de aceptados se refiere al ingreso a la Masonería (antes operativa) de los «nobles» de la monarquía británica, cuya «aceptación» se debió a la ingerencia monárquica en la orden a través de Anderson, imponiendo entre muchos otros, los famosos «Landmark´s» prohibiendo «hablar de política y de religión» en el seno de las Logias y haciendo hincapié en la sumisión del ciudadano al poder, tres limitaciones a la soberanía ciudadana, sencillamente impuestas por el poder despótico de la monarquía absolutista.

Y esto es nada, si consideramos la creencia general de que la Gran Logia Unida de Inglaterra, que hoy legitima la pureza de las Grandes Logias y Obediencias denominadas «Regulares», naciera simultáneamente con la Masonería Moderna o Especulativa, puesto que su existencia fue iniciada 86 años después, en 1813 y estableciendo luego, la denominada «Regularidad» en función de los Landmark´s de las Constituciones de 1723 y sus posteriores reformas. Como podemos advertir, datos de importancia y trascendencia, cuyos errores formales y tergiversación de los verdaderos hechos ocurridos desde 1717, han ocasionado la enorme proliferación de Ritos y Obediencias que no hacen más que desunir a los masones, desvirtuar su doctrina y permitir esta suerte de inmovilismo que lleva a ralear las columnas de nuestros Talleres.

Resulta una pena inmensa que el «librepensamiento» se encuentre cuestionado; que el teologismo invada nuestras L:.; que los desencuentros entre HH:. estén ocasionados por misticismos incorporados pour la galerie al quehacer «especulativo» de la Orden, en la falsa creencia de que los antiguos masones operativos o los pertenecientes a la Masonería Progresista Universal, se dedicaban al casi mito de pulir la «piedra bruta», en su superlativo individualismo.

Aquellos antiguos masones fueron los que llevaron Luz a su tiempo, consolidaron la ciencia con su método cartesiano, hicieron a la filosofía una ciencia y no una mera especulación teológica dogmática, razonaron el mensaje bíblico sin considerarlo una «revelación» y procuraron elevar la condición Humana a la grandeza de la Naturaleza. ¿Estaremos nosotros complementando esa fuerza luminosa ofrecida por la Razón y utilizada por nuestros antepasados...?

La Inquisición y otras adjetivaciones


Por el V:. H:. Ricardo E. Polo : .

A veces me sucede, en ciertas tardes en que el rumor del mar y la brisa con relente salino se cuelan por las ventanas, escuchar el canto de los pájaros entre los pinos, las acacias y los abedules.

Entonces me suele abatir cierta somnolencia que se apodera de mis sentidos y algo de poéticas ilusiones invaden mi imaginación.

Pienso en un utópico país en el que todas las cosas tengan nombre y apellido; en el que lo blanco sea blanco y lo azul, azul, predomine el verde y la gente hable con las palabras justas, los tonos placenteros y la vehemencia de las convicciones se funde en las cosas evidentes.... Pero parece que se trata de un mero sueño.

Me puse a leer, esta tarde, precisamente, porque toda la primera frase de este escrito se había dado cita en mis alrededores, el párrafo que da comienzo al mensaje de un Q:.H:... Y por más que le di vuelta no encontré ni una sola alusión a que promoviese una censura o prohibición a que nuestros amigos y hermanos leyesen las obras que no me agradan.

Dije algo por ahí de que tal cosa sería "Onerosa"...Por supuesto que no hablé ni de censura ni de Inquisición.

Pero ya que estamos insistiré en un punto: Contra ellos combatimos, dije, y lo sostengo. Y no contra los masones, precisamente, sino contra todo aquél que sea necio y no piense, ni acceda al conocimiento por los medios habituales, que son ... la lectura y el estudio.

La masonería y los Masones combaten, y deben hacerlo, contra la ignorancia, fuente de todo fanatismo y causa de la incomprensión entre los hombres. Y si bien debemos respetar las convicciones de nuestros amigos y hermanos, con tolerancia --que no debe ser un esfuerzo-- eso no significa que aquella tenga en si misma un significado que no tiene.

Precisamente se hace necesario reflexionar sobre el particular. En todo momento esgrimimos a la Tolerancia, como si esta fuese para los masones un Dogma.

Pareciera que toda inconsecuencia, malinterpretación, opinión fuera de contexto, acciones intelectuales contrarias a la doctrina, o cualquier creencia o convicción que pudiera considerarse más o menos herética, requiere al espíritu del masón SU tolerancia.

Entonces la tolerancia emerge como si fuese una virtud [Virtud, esa disposición habitual del alma para las acciones conformes a la ley moral: que son cuatro cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) que son como el fundamento de todas las virtudes morales, cuyo objeto son las acciones morales del hombre y teologales, cada una de las tres (fe, esperanza y caridad), cuyo objeto directo es Dios.] Toda una definición...

Y tengamos en cuenta, al respecto, que la Masonería, cuando habla de la virtud, no la define como teologal y cambia, taxativamente, el orden de las tres tan importantes, cuando las nombra así: caridad, esperanza y fe... Y no lo hace por simple controversia... ni por casualidad.

La Tolerancia no es un dogma y si una virtud que contiene las necesarias cuatro acciones para hacerla cierta y valedera: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. En síntesis: paciencia.

Ciertamente que la paciencia es como ese aceite animal necesario para templar el acero.

Y créanme que hay que tener muy bien templado el acero de las convicciones, cuando resulta tan difícil hacerse entender.

Hay como una suerte de "protestismo" en algún momento del andar masónico.

Es ese que surge apenas el recipiendario ve la Luz.

Imbuido de los deslumbrantes proposiciones del Ritual, el iniciado se lanza a la búsqueda de aquella "verdad" que le mencionan y que él intuye.

Entonces, con el impulso natural de la nueva cantera en la que deberá por un tiempo hacer su trabajo, comienza a desbastar el adoquín en bruto de sí mismo y a toda prisa intenta cubicarlo.

Es lícito. Pero al mismo tiempo cobra conciencia del ámbito en el que habita y advierte que no todo lo que brilla es oro.

Ve las formas y presume el contenido. Como no acierta a comprender de qué se trata, porque es natural que todavía no "conozca", se vuelve un tanto temerario y considera que "...lo principal es construir el interior..." y hasta se autoautoriza a suponer que "...otros, pasan por los otros grados rápidamente y salen por la puerta del Templo en busca de la "Verdad..."

Claro está que esto resulta comprensible.

No sabe aún que los altos grados no se adquieren rápidamente.

Tal vez en alguna parte puede ocurrir así.

Pero en lo estrictamente masónico no ocurre de tal manera.

Pero aún si así ocurriese, los grados del filosofismo que constituyen la escalera en el R:.E:.A:. y A:. , no se circunscriben a la denominación genérica de cada uno, ni a las joyas que en consecuencia, se suelen lucir en las tenidas.

Se condensan si, en el contenido de cada uno de ellos, celosamente trascendentes en su significado.

Y si ocurriese, como ocurre, que algún H:. no esté a la altura de las circunstancias ---eso, además, ocurre en todos los grados y en todas las actividades del Hombre, en las que expone con toda crudeza se naturaleza de piedra bruta--- será por sus propias falencias y no por la esencia del grado que pudiese haber obtenido.

Lo cierto es que el "cuestionarismo" se acodera al "suposionismo", dos nuevas expresiones idiomáticas que seguramente serán incorporadas al Diccionario de la lengua Castellana --tan predispuesto en estos días a incorporar modismos localistas que dicen que enriquecen el idioma-- apenas trasciendan nuestras principistas polémicas cibernéticas.

Siendo la Tolerancia laacción de tolerar, disposición que admite en los demás una manera de ser, de obrar o de pensar distinta de la propia, especialmente. en cuestiones y prácticas religiosas, la francmasonería (de la que se dice que es una asociación secreta que declara aspirar a la fraternidad universal, basada en la tolerancia religiosa y en los principios del humanitarismo), precisamente, tiende a insertar para entender su significado, el concepto de Ciencia, que es el conocimiento cierto de las cosas por sus principios y causas e indica que ella promueve el saber, (sabiduría o erudición. habilidad, maestría. conjunto sistematizado de conocimientos que constituyen un ramo del saber humano las ciencias exactas, las matemáticas y la lógica).

Aunque también y esto deberemos aceptarlo, existe la ciencia infusa, la que se adquiere sin estudio; la comunicada a uno por el Espíritu Santo; ciencias ocultas, las que no se remiten a una experimentación positiva... según nos informan los que de esto algo saben.

Como que también, entre tantas curiosidades de la sapiencia, podemos referirnos al Latitudinarismo, que es la doctrina de una secta inglesa del s. XVII, que aspiraba a lograr la tolerancia religiosa, distinguiendo entre lo esencial y lo no esencial del dogma. Aunque como la Masonería no es para nada dogmática --aunque algunos inefables pensadores opinan lo contrario-- de manera que no ha hecho mucho caso de sus detentores.

Bueno, queridos amigos y hermanos y querido hermano Ivan: yo no he pronunciado insulto alguno a los hermanos o no hermanos que se dedican a estudiar lo que dijo Cronwel o la Blavaztky o cualquier comunicador místico, ni soy intolerante con ellos, ni propicio el advenimiento de una Inquisición, sino que me atrevo a mi "combate intelectual" contra cualquier tipo de superchería que haga más ignorantes de lo que son, a los Hombres, masones o no, que sean victimas de irracionalidades.

Lo que no significa que desconozca muchísimas obras inteligentes, meritorias, de profundidad intelectual, conceptual y fundamentalmente, espiritual, provenientes del ámbito de misticismo. Por ejemplo el Dogma y Ritual de la Alta Magia, de Eliphas Levy, cuyo contenido es muy pero muy ilustrativo... No exagero en mis convicciones. Porque mi agnosticismo no niega el espíritu, esa inmaterial pero cierta, sustancia sutil, considerada como principio de la vida.

Pero claro, esto también es una cuestión de creencia. Aunque no viene al caso.

Por todo eso... y algunas cosas más, le menciono fraternalmente al querido hermano Ivan que mi tolerancia no es dogmática, que es cierta, que la practico y que por mi, el que quiera sentir, pensar o creer en lo que quiera, está en su derecho.

Que no propicio una nueva Inquisición y que si, insisto en que la Masonería NO contiene en sus Ritos, liturgia y doctrina, lo que nos dice el querido H:. Iván, aunque haya muchos masones que lo practiquen, admitan o crean.


Un poco de José Ingenieros

por el V:. H:.  Ricardo E. Polo


Asombrado por el interés despertado a causa de los comentarios relativos al QQ. HH. José Ingenieros, deseo enviarles a todos ustedes un artículo de mi autoría que fuera publicado en mi país en varios medios periodísticos hace dos años.

Me interesa enviárselos pues en el expreso mis sentimientos sobre el pensamiento de tan querido H. y maestro.

Espero que les sea útil y que los motive a rescatar del olvido sus obras, que precisamente los mediocres de nuestro tiempo han sepultado diciendo de él que "está perimido"...

Las fuerzas morales y el hombre mediocre

Por cierto que esta nota no pretende originalidad literaria y menos aún pontificar sobre experiencias adquiridas. Ella solo pretende ser un intento de refrescar la memoria y rescatar de un injusto olvido, el Pensamiento de uno de los argentinos más esclarecidos nuestra historia.

Se trata de don José Ingenieros, cuyas ideas son tildadas en nuestro tiempo como de "perimidas". Como si este término significase algo más que un despropósito.

Frente a la crisis moral y ética que padece el mundo que nos toca vivir, ciertamente se hace necesario recordar a quien refiriéndose a las fuerzas morales dijera que ellas "se transmutan sin cesar en la humanidad; seducen al que logra escuchar su canto sirenaico confunden al que pretende en vano desoirlo".

Transmutar, decía, no anularlas. Y para quienes han olvidado el imperio de la necesidad, vale la afirmación de que "todo rango es transitorio, sin su sanción inapelable" No habria soberbias, si asi se hiciera.

Ingenieros afirmaba que a esas fuerzas "les temen los poderosos y hacen temblar a los tiranos"...y entre otras cosas porque las fuerzas morales no son virtudes de catálogo, sino moralidad viva.

Cuando en su prédica se refería a la importancia del trabajo en la vida del hombre y en especial su contribución a la grandeza comun, decía que el derecho a él, estaba condicionado al sentido del deber y sostenía que "los más inteligentes e ilustrados, comprenderán que son mayores sus deberes y sus responsabilidades". Algo así como predicar con el ejemplo.

Las ideas de José Ingenieros se comprometen con los años veinte y luego de' haber padecido la humanidad los horrores de su Primera Guerra Mundial. Su pensamiento signó a toda una generación y se perpetuó luego en todos los .jóvenes progresistas que como él definiera "debían luchar por un mundo mejor ah-te un actual imperfecto". Definición que goza de cierta actualidad, por cierto.

Nadie tiene dudas hoy, de asistir a un tiempo de decadencias. Las hay en todos los órdenes: en la familia, en la sociedad, en las dirigencias, en las costumbres, en la vida cotidiana.

Siendo la Justicia uno de los poderes en nuestra sociedad, lamentablemente cuestionado. Ingenieros fue premonitorio. Afirmó que "la comprensión es premisa de iosticia. .luzgar a los hombres sin comprenoler sus móviles. sus ideales, sus sentimientos, es una falta de moralidad.n Afirmó también que "La justicia es el equilibrio entre la moral y el derecho. Tiene un valor superior al de la ley. Lo justo es siempre moral: las leyes pueden ser injustas. Acatar la ley es un acto de disciplina, pero a veces implica una inmoralidad; respetar la justicia es un deber del hombre digno, aunque para ello ello deba elevarse por sobre las imperfecciones de la ley."

Hizo hincapié en la necesidad de valorar al mérito por sobre otras consideraciones. Y calificó: "Donde mas medran los que más se arrastran, las piernas no se usan para marchar erguido. Acostumbrándose a ver separados el rango del mérito, los hombres renuncian a este este por obtener aquél: prefieren una buena prebenda a una buena conducta".

Los que hemos leido a temprana edad sus obras de profunda fe en los valores y en el porvenir de la humanidad (aunque profetizó el advenimiento de la medilocridad como estilo de vida) no podemos menos que recordar aquello de que "el hombre justo rehuye complicidad con el mal...; el hombre justo se inclina respetuoso ante los valores reales...; el hombre justo necesita una inquebrantable firmeza. Los débiles pueden ser caritativos, pero no saben ser justos. Y existen débiles que no solo no son justos, ni siquiera son caritativos."

De la solidaridad dijo: "cuando se obstruye el camino de todas las posililidades. hay injusticia en la Nación... Las naciones están civilizadas en cuanto oponen la solidaridad total a los privilegios particulares."

"Ninguna turba doméstica puede torcer a un hombre libre", afirmó y mas tarde enrostró con fuerza indiscutible: "...algo necesita el hombre de los demás: respeto." He recordaclo siempre y se ha fijado en mi conciencia aquello de que "el quc duda de sus fuerzas morales está vencido..." Pero peor aún es aquel que no las tiene.

Ingenieros sostenía que son nocivos para la sociedad los que carecen de .un derrotero moral. Y aludiendo a la dignidad sostenía que se pierde "por el apetito de los honores actuales, trampa en la que los intereses creados aprisionan a los hombres libres; solo consigue renunciar a los honores, aquel que se sabe superior a ellos."

Con relación a la burocracia, dice de ella que "es una podadera que suprime a los individuos todo brote de dignidad, uniforma, enmudece, paraliza..."

Que premoniciones las de este argentino luminoso en .su prédica y trágico en su final, que tal vez, como el de don Lisandro de la Torre, f'ue por cansancio moral. Cuánta profecía hubo en su prolífica obra esclarecedora...! Y que lamentable el olvido de sus compatriotas, que como a Sócrates, ha condenado sus ideas al ostracismo...

He tenido presente, durante toda mi vida, algo que irapactó fuertemente en mi a los 16 años, cuando me embriagué con la lectura de las obras de este filósofo argentino. "Ninguna fuerza coercitiva puede imponer normas de conducta contrarias a la propia cor ciencia moral. La obligación del deber solo reconoce la sanción de la Justicia.'*

Y ello ha sido para mí, durante toda mi vida, una profunda convicción cotidiana.

También incursionó Ingenieros en temas como el mérito y sostenía que el "rango es justo solo como sanción del mérito", esto porque estaba convencido de que "la servidumbre moral es el precio del rango injusto". "Todos los incapaces de crear su propio destino -sostenía- conjugan sus impotencias y las condensan en una moral burocrática que infecta a la sociedad entera. Los hombres aspiran a ser medidos por su rango de funcinarios; el culto cuantitativo de la actitud, suplanta el respeto cualitativo de la aptitud..."

Y como paradigma de su convicción sobre esta particular categoría de individuos, que cierto ocuparon su prédica como los mediocres, sostuvo que "las mas de esas personas, respetadas por su rango, ruedan al anonimato el mismo día en que lo pierden; en esa hora se mide la vanidad de su destino, por el empeño con que sus domésticos alaban a los nuevos amos que lo sustituyen."

Debemos tomar como sentencias aquellas expresiones del pensamiento de José Ingenieros cuando sostiene: "Es despreciable el juicio de los malos aunque estos sean los más". Luego agregaba que el que "Se encumbro está obligado a servir de modelo sin que el exceso de ingenio pueda justificar la mas leve infracción moral; cuanto más espectable es la posición de un hombre en la sociedad, tanto más imperativos se tornan sus deberes para con ella."

No cabe ninguna duda que la mediocridad es una incapacidad de ideales. El hombre mediocre no crea, ni fundamentaliza, ni sirve a sus semejantes. Por el contrario, es el mediocre el causante de daños que muchas veces son irreparables. He aprendido a lo largo de mi vida y en particular en aquellos ámbitos en los que serví con dignidad, sobre la existencia cotidiana de tales hombres, fácilmente cosechables en estos críticos tiempos.

Pero ellos no serían posibles, si no existiera la hipocrecía, de la que Ingenieros decía que "es el arte de amordazar la dignidad; ella hace enmudecer los escrúpulos en los hombres incapaces de resistir la tentación del mal." Y no podía menos que agregar *'el hipócrita está constreñido a guardar las apariencias, con tanto afán como pone el virtuoso en cuidar sus ideales."

Refiriéndose a las características del hombre mediocre, Ingenieros afirmaba que "crecen porque saben adaptarse a la hipocresía, como las lombrices a la entraña...; son refractarlos a todo gesto digno: le son hostiles. Conquistan honores y alcanzan dignidades, pero en plural...; caracteres excelentes ascienden a la propia dignidad contra todas las corrientes rebajadoras..."

La mediocridad teme al digno. Por eso lo persigue. Finalmente y como corolario de esta síntesis del pensamiento de Ingenieros y de la influencia que ha tenido en este modesto ciudadano, debo añadir que han sido en mi vida, fundamentales estas palabras del filósofo "ser digno significa no pedir lo que se merece ni aceptar lo inmerecido. Mientras los serviles trepan entre las malezas del favoritismo, los austeros ascienden la escalinata de sus virtudes. O no ascienden por ninguna."

Además, ignorará el hombre digno las cebardías que dormitan en el fondo de los caracteres serviles, "No sabe desarticular su cerviz. Su respeto por el mérito le obliga a descartar toda sombra que carece de él, agredirla sin amenaza, castigarla si hiere."

Recordaré siempre que el hombre digno puede enmudecer cuando recibe una terrible herida, temiendo acaso que su desdén exceda la ofensa; pero llega su sentencia y llega en su estilo nunca usado para adular ni para pedir; más hiriente que cien espadas, "...cada verbo es una flecha cuyo alcance finca en la elasticidad del arco: la tensión moral de la dignidad. Y el tiempo no borra ni una sílaba de lo que así se habla..."

Si este trabajo sirve de algo. sea para que pueda iluminar conciencias y disipar aquellas sombras que son tinieblas y obnubilan el pensamiento cuando, precisamente. se carece de fuerzas morales.

El "Individualuismo feroz"... consideraciones


por el V:. H:.  Ricardo E. Polo



"Frente al individualismo feroz que nos agobia, priorizar lo solidario sobre lo competitivo", porque "la concreta realidad nos señala que la educación ha perdido el valor social y la consiguiente retribución que alguna vez tuvo". Sencillas palabras que logran describir este aspecto de la realidad que nos preocupa.

En esta columna de Nueva Etapa expresamos algunas reflexiones, haciendo hincapié en nuestro rechazo a varios aspectos del ahora denominado "modelo".

Uno de los cuales, es, precisamente, el individualismo feroz al que se alude y que corresponde al discurso pronunciado por el coronel Santiago Sánchez Sorondo, Director del Liceo Militar General Belgrano, al cumplirse el 50 aniversario de su fundación.

Entre muchos otros conceptos, necesariamente destacados, el militar señaló que "conocemos las opiniones de modelos y deportistas sobre los más diversos problemas argentinos pero no recordamos el juicio de un maestro."

He allí reflejada, en pocas palabras, una realidad que nos agrede diariamente.

Transición 

La caída del muro de Berlín ha significado para el mundo occidental un cambio oportuno. El desgaste económico que producía la "Guerra Fría", se hallaba en una etapa ciertamente agotadora. La reunificación de Alemania y la desaparición del bloque Unión Soviética produjo cambios trascendentes para el mundo, cuyo simbronazo aún hoy se advierte en el reacomodamiento de las potencias occidentales y en el resto de las naciones que se encuentran involucradas en el tema de la denominada "globalización".

¿Pero qué significa pertenecer a esa "órbita" junto a la cual se amalgaman Europa, América del Norte, América del Sur y algunas naciones del Sudeste Asiático como Japón, Corea o Malasia?

Significa sencillamente que los capitales financieros que se hallaban dispersos, ahora se encuentran en franca reunión y han dejado de pertenecer a bloque alguno, alcanzando una etapa de concentración.

La caída de las bolsas del mundo, que dio comienzo curiosamente en Hong Kong apenas unos días después de la "salida" de Gran Bretaña y la asunción de China, y cuyos coletazos hicieron relampaguear el cielo de todas las capitales del mundo, por lo menos hace sospechar que sus efectos constituyen un reacomodamiento de la titularidad del sistema financiero y por consiguiente "un cierto golpe de mano" para el dominio global del capital que se manifiesta ahora claramente en su mayor fervor acumulativo.

Este reacomodamiento tiene implicancias mucho mas vastas que las que se intuyen de su descripción y pasa por el interrogante de cuál será de ahora en más la magnitud del poder financiero; los "ajustes" a que se verán obligadas las naciones llamémosles "periféricas" o "emergentes", por sobre su desarrollo productivo y hasta dónde llegará la exclusión de tanta gente víctima del nuevo sistema. Al margen, claro está, del costo-nación a futuro, que surgirá sin duda alguna como consecuencia del reacomodamiento financiero y sus imprevisibles inversiones.

Por lo pronto nos hallamos bajo el dominio de una etapa de transición. Esa transición nos encuentra inermes frente a la magnitud de la realidad y fundamentalmente, en lo que hace a la capacidad de respuesta de una inmensa mayoría de seres humanos, para adaptarse a las necesidades de la globalización.

Según la opinión de Felipe González, ex Jefe de Gobierno español frente a los directivos de IDEA, sabemos que "...la mundialización de la economía, como la actual, no será sostenible sin grandes traumas internacionales, sin una globalización paralela adicional del progreso." Y sosteniendo, acto seguido que "...Con grandes zonas del planeta excluidas no podremos sostener el modelo."

La tendencia evidente a transferir la crisis de los mercados a los países denominados "periféricos", implicaría, al menos, que su costo deberá ser pagado por los menos desarrollados.

Si los capitales financieros no han vacilado en dejar sin respaldo a la banca nipona y en promover la caída vertiginosa de los mercados asiáticos y europeos, haciendo temblar a Wall Street y en consecuencia al MERCOSUR, resulta al menos difícil establecer precisiones sobre planificaciones a futuro.

En contrapartida, también hemos conocido el pensamiento de Mario Vargas Llosa, que pasó decididamente a la defensa irrestricta de la "economía de mercado, "factótum del "modelo". Lo hizo a través de una nota publicada en el diario La Nación del 11 de noviembre ppdo., al calificar de "amena ficción" y de género "terrorífico" la obra de Viviane Forrester, "El horror económico", precisamente por la "definición" de la pancarta "Non a l`horreur économique.!", que exhibieron los obreros belgas de Renault, en Vilvoorde, ante la inminencia del cierre de la fabrica automotriz.

En dicha nota Vargas Llosa sostiene la inexistencia de la "caida del empleo" como consecuencia del "modelo", sosteniendo que por el contrario este ha generado millones de empleos en el mundo, salvo en contados países de Asia y Africa y negando el empobrecimiento de grandes capas de la sociedad contemporánea, incluyendo la extinguible clase media. Al respecto, vale poner en su texto que "... el hecho es que hoy, por `primera vez en el largo curso de la historia humana, gracias a la interdependencia global resultante de la volatilización de las fronteras económicas, se ha abierto la posibilidad, a todas las sociedades sin excepción, de tomar un atajo feroz y, quemando etapas, alcanzar un ritmo de desarrollo que en el pasado solo se lograba mediante el sacrificio de muchas generaciones".

Luego de al menos tan apocalíptica afirmación sobre las bondades del sistema, sostiene, párrafo aparte, que "...Esto tiene un precio, desde luego, y a veces muy alto. Exige una reconversión de todo el sistema industrial y un abandono de viejos y tenaces prejuicios y hábitos, como por ejemplo, el de querer conservar a toda costa una identidad nacional inmune al contagio anglosajón (sic)".

Y don Vargas Llosa, no contento con su confesión globalista, afirma de inmediato que "...Ninguna sociedad tiene la obligación de modernizarse. Pero, el aferrarse a una tradición, a un pasado, a unas costumbres, tiene también un altísimo precio, y es el que comienzan a pagar, en el campo del empleo, en Europa, los países que, en vez de hacer lo de Gran Bretaña y Holanda, hacen lo que una excelente escribidora que es Viviane Forrester: buscar brujas para quemar, que desahoguen nuestras rabias, conjuren nuestros miedos, justifiquen nuestra ineficacia y nos den, además, la buena conciencia de los justos".

Pensamos que tal vez, un tanto asombrados, Mario Vargas Llosa bromea como lo hizo con la Real Academia Española...

Aquello que nos ocurre

La especialización necesaria para acceder al carrousell de los avances de la tecnología, presume la magnitud de una mano de obra en nuestro país, inexistente. De allí, que la capacitación implique un desafío inmediato e ineludible para el sistema. Siempre que al sistema le interese la inmediatez de dar solución al problema de los excluidos.

Luego, debemos pensar si es posible evitar las consecuencias de habernos introducido abiertamente en "la economía de mercado", como si tal circunstancia constituyera un simple acto de voluntad política. Debiéramos analizar la conveniencia de la "apertura" de la economía sin "quemar" las etapas necesarias para obtener la "radicación" de capitales; la inversión productiva; la consolidación de un sistema financiero estable y las garantías jurídicas tanto para los "inversionistas" como para la inversión. Y todo ello, aceptando el quedar en manos del "Estado" (no del gobierno) legitimar el sistema financiero para evitar "distorsiones" que pudieran surgir de un "liberalismo" demasiado "permisivo" en el origen de sus capitales.

Ya en octubre de 1967 el Banco Interamericano de Desarrollo advertía sobre tales peligros. Decía "Una simple liberación de los intercambios entre los países que comparten un régimen de unión económica no puede conducir a la constitución de un mercado común perfecto". Y luego de consideraciones atendibles sobre los peligros de lo que denominó genéricamente "estrategias económicas", sostenía que "...Abrir, liberar simplemente los mercados nacionales, en tales condiciones, conduciría a realizar movimientos desordenados, mientras no pueda operarse sobre múltiples planos económicos y, en especial, sobre las medidas de política y legislación económica emanadas de los Estados miembros." Para afirmar de inmediato que "...Estas consideraciones nos permiten comprender la necesidad de armonización, o por lo menos de un control, de esos distintos factores que intervienen en la modificación del juego del mercado". (1)

Para el caso, un ejemplo lo da el Tratado de la Comunidad Económica Europea, que en su art. 6 habla de la "coordinación de políticas económicas"... Lo que advierte, al menos, que hace 30 años no solo se preveía la instauración de la "mercadización de la economía" y la consiguiente globalización, sino la problemática que surgiría de no adoptarse medidas "protectoras" y de control de cada una de las economías a integrarse.

Dadas las circunstancias que nos abarcan, con una realidad económica de gran crecimiento del Producto Bruto Interno, pero con una inequitativa distribución de la riqueza, lo que fundamentalmente nos preocupa no es solo la injusticia de tal circunstancia, sino los efectos a corto y largo plazo que la vertiginosa globalización ocasionará en una inmenso número de argentinos cuya instrucción, capacitación y educación adolece de increíbles precarieda des. Y que, dadas las características de especialización en los limitados proyectos productivos, suponemos, de acuerdo con el crecimiento vegetativo de la población en condiciones de acceder al trabajo; los excluidos o marginados estables; los que se excluyen por los "ajustes"; las flexibilizaciones encubiertas y toda la gama de "los sin trabajo" que crece en forma inversamente proporcional a la "concentración financiera", que tal "aspecto de la realidad" hará eclosión tarde o temprano.

Lo curioso es que mientras el "crecimiento" de la economía es permanente, la marginación se incrementa. Y por sobre toda curiosidad, el advertir que el sistema financiero invierte en "servicios", más que en "producción".

Resulta por lo menos casi un sofisma, la interpretación que algunos "economistas" harvardianos y otros de factura hibrido-auctóctona, le dan al tema. Según su visión, la inversión en servicios es una muestra de los beneficios del modelo y coadyuvan a una mejor calidad de vida. ¿ Para quienes, para cuántos...?

Humanicemosnun poco

Cuando comenzamos estas reflexiones, lo hicimos en mérito a las palabras pronunciadas por el coronel Santiago Sánchez Sorondo, Director del Liceo Militar General Belgrano, al cumplir el establecimiento nada menos que 50 años.

Entre otros conceptos, el militar dijo "Humanicemos la educación. Si es cierto que el que no sepa operar una computadora será el próximo analfabeto, mucho mas grave es que la escuela no genere el conocimiento, que no seamos capaces de suscitar en los jóvenes la capacidad de asombro, imaginación, discernimiento." Al destacar las motivaciones del Instituto castrense que dirige, agregó luego que "...el Liceo, trabajando con las nuevas generaciones, para su identificación como una Nación soberana y proyectada al futuro, propone una formación intensiva -clásica y moderna- con armonía, en la tranquilidad, el orden, en todos los niveles educativos, porque, frente al individualismo se prioriza lo solidario sobre lo competitivo..."

El militar expresó también que "He puesto énfasis en la educación, porque frente al vértigo antieducativo de las modas, todas ellas efímeras, junto al aluvión incontenible de la información que nos satura y confunde, se impone aclarar el horizonte para proyectar el porvenir..."

Prédica inmediata

Hemos tomado posición, a través de algunas notas publicadas en Nueva Etapa, respecto del tema que nos ocupa. Insistimos en la necesidad de profundizar en lo relativo a la educación, fundamentalmente en capacitar a millones de ciudadanos de nuestro país, para las nuevas etapas de producción que se avecinan. No cabe duda que los avances de la tecnología implican un compromiso ineludible de contar con mano de obra apta para desarrollarla. El habernos embarcado en esta economía de mercado sin cumplir etapas, con la idea de estar haciendo lo único posible frente a la globalización de las finanzas, ha sido al menos una posición de los economistas. Ya hemos leído la posición de Felipe González, ex Jefe de Gobierno español; la posición de Mario Vargas Llosa respecto del precio que debe pagarse para ingresar el nuevo mundo y las palabras de un coronel argentino, cuya misión es educar a jóvenes que eligen el Liceo militar, para consolidar su educación.

Podemos, de alguna manera, tener una idea sobre diversos aspectos de la realidad que nos abarca. Pero nos falta una reflexión, la que emerge del "Sínodo de las Américas", que se está llevando a cabo en el Vaticano, donde los obispos de América se encuentran deliberando, convocados por el papa Juan Pablo II.

Bajo la premisa "Iluminar los problemas de la justicia y las relaciones económicas internacionales entre las naciones de América, considerando las enormes desigualdades entre el norte, centro y el sur." la convocatoria pretende esclarecer sobre la justicia, como reaseguro de la democracia, al igual que la "deuda externa" tema fue promovido tras un llamado del Papa para que en ocasión del tercer milenio, sean aliviadas las cargas que soportan los países más pobres por sus efectos.

No sería justo hacer un coctel con todo lo que hemos sintetizado en nuestras reflexiones. A diferencia de las Conferencias generales de los episcopados latinoamericanos como Río, 1995; Medellín, 1968; Puebla, 1979; Santo Domingo 1992, en este sínodo el Papa se reserva la última palabra sobre los temas a tratar y que proponen los obispos.

La importancia vital del resultado de estas deliberaciones, que culminarán el 12 de diciembre, amerita al menos intuirlas, a través del documento preparatorio, en el que se formula un diagnóstico de la realidad económica, sosteniendo que "falta en muchas sociedades de América una mayor justicia distributiva; crece el desempleo; los salarios son bajos; la desigualdad entre los ricos y los pobres se hace cada vez mayor..." Al respecto, el arzobispo de Newark (EEUU) Teodore McCarrick sostuvo que "la comunión debe existir entre países ricos y pobres, entre países desarrollados y piases en desarrollo, debe ser una comunión de espíritu, una comunión de ayuda, una comunión de única fe. Y desde esta comunión tenemos que llegar a una solidaridad."

El documento eclesiástico afirma que en el campo político "a veces predomina una concepción que pierde de vista el bien común..." Por último, digamos que también se destaca, en el documento episcopal, "la creciente conciencia de la dignidad de la persona humana y sus derechos inalienables... el sentido de la justicia y un fuerte sentido de la solidaridad y generosidad que se manifiesta en una creciente sensibilidad con respecto a las necesidades del prójimo".

Y he aquí finalmente, el leit motiv de nuestras reflexiones. Porque esa imperiosa necesidad de solidaridad que emerge frente a la realidad que nos toca vivir, contrasta con el individualismo feroz... al que aludimos al comienzo de esta nota. Que existe, que es real y que surge como consecuencia del modelo neoliberal que se nos impone.

Además, la problemática se agudiza a consecuencia de las discusiones semánticas sobre la antítesis del neoliberalismo. Según los acérrimos defensores del nuevo sistema, lo contrario del neoliberalismo, será simplemente el socialismo. Y esa hipótesis polariza las opiniones entre los partidarios de la libertad irrestricta del mercado y aquellos que creerían en la potestad del Estado regulador. Ninguna de las dos posiciones nos complace. Nuestras reflexiones están mas cerca de la humanización del capital financiero, la solidaridad en todas las etapas del desarrollo económico-social y la convicción absoluta de que por encima de todas las teorías económicas y políticas, esta el Hombre. Fundamentalmente el Hombre y para nada los devaneos teóricos y economicistas de la nueva generación de testarudos e indiferentes teóricos, para los cuales la humanidad constituye una mera estadística, dentro de las estadísticas de un sistema financiero globalizado en sus efectos, pero concentrado en su poder.

Forjadores de ideales



por el V:.H:.  Ricardo E. Polo :.


En estos tiempos en los que ciertas teorías apresuradamente designadas como causantes “del fin de la historia” o el “final de las ideologías” y hasta temerarios que hablan del “fin del trabajo”, se confunde fácilmente la mundialización de la tecnología y sus efectos, con la desaparición de los Estados, la transculturización y la ausencia de una ética y una moral que nos permita no solo la convivencia, sino el avizorar un futuro para cada uno y toda la humanidad en su conjunto y que la mediática denomina globalización.

Claro está que aquella “esperanza”, en función de la cual el individuo se lanzaba a la vida con una certeza de su crecimiento, es hoy una certidumbre de desesperanza mientras se advierte el crecimiento de unos pocos ricos y el aumento pavoroso de los más pobres.

En este panorama triste y desalentador, aún es posible refugiarse en la palabra de nuestros arquetipos, como en el caso de José Ingenieros, que en su obra “El Hombre mediocre” nos habla, entre otras cosas, de los forjadores de ideales.

En este caso ha tomado como paradigmas a Sarmiento y Ameghino, cuyo tránsito por las veredas de la historia Argentina ha sido ejemplar y misteriosamente adelantado para su época. No obstante lo cual, su pensamiento trasciende los límites de las fronteras.

“La desigualdad es la fuerza de toda selección. No hay dos lirios iguales, ni dos águilas, ni dos orugas, ni dos hombres: todo lo que vive es necesariamente desigual,” sostenía Ingenieros y agregaba luego para explicarse: “algunos hombres excepcionales anticipan su visión a la de todos, la concretan en un ideal y la expresan de tal manera que perdura en los siglos. Heraldos, la humanidad los escucha; profetas, los creen; capitanes: los sigue; santos, los imita”. ¿Contradecía los principios masónicos al negar la Igualdad? De ninguna manera, no negaba la Igualdad de Derechos, ni de oportunidades, ni que todos los hombres son iguales ante la Ley. Mencionaba tan solo el privilegio de ser criaturas inéditas, cada una de ellas un libro irrepetible.

Sostenía ingenieros que la genialidad es una coincidencia. Para alcanzarla necesita el clima propicio. “ningún filósofo –sostuvo-- estadista, sabio o poeta, alcanza la genialidad mientras en su medio se siente exótico o inoportuno; necesita condiciones favorables de tiempo y de lugar para que su aptitud se convierta en función y marque una época en la historia”. Asombrosas definiciones para un tiempo donde al que crece en talento, se lo intenta bajar al nivel del mediocre porque la mediocridad campea en nuestro tiempo.

“El genio y el idiota son los términos extremos de la escala infinita”, mencionaba este masón esclarecido y sostenía luego que “Por haberlo olvidado mueven a reír las estadísticas y las conclusiones de algunos antropólogos. Reservemos el título a pocos elegidos. ”Son los que logran finalmente transfundirse en las generaciones sucesivas “herederas legítimas de sus ideas y de sus impulsos”.

De Sarmiento dijo que “sus pensamientos fueron tajos de luz en la penumbra de la barbarie americana, entreabriendo la visión de las cosas futuras”. No contento con esta frase, dijo de aquél que “tenía la clarividencia del ideal y había elegido sus medios: organizar civilizando, elevar educando.”

Para resumir su visión del genial sanjuanino, Ingenieros sostuvo que “A los setenta años le tocó ser abanderado de la ultima guerra civil movida por el espíritu colonial contra la afirmación de los derechos ideales argentinos: en su libro La Escuela Ultrapampeana, escrita a zarpazos, se cierra el ciclo del pensamiento civilizador iniciado con el Facundo (un canto contra el feudalismo autóctono y la barbarie). En esas horas crueles cuando los fanáticos y los mercaderes lo agredían para desbaratar sus ideales de cultura laica y científica, en vano habría intentado rebelarse a su destino”.  Tal era su fortaleza ética, moral e idealista.

No menos elocuente fue su pensamiento sobre Florentino Ameghino. Dijo de él que “La vasta obra de Ameghino, en nuestro continente y en nuestra época, tiene los caracteres de un fenómeno natural.”

Todo genio, naturalmente, posee aristas discutibles. Al respecto, sostenía Ingenieros que “Ameghino a la par de todos los que piensan mucho e intensamente se contradijo muchas veces en los detalles, aunque sin perder nunca el sentido de su orientación global.” Y finalmente definió su intenso trabajo científico con estas sencillas palabras: “Hay mas valor moral en creer firmemente una ilusión propia, que aceptar tibiamente una mentira ajena”.

Hoy, frente a un desalentador panorama de nulidades que crecen y avergüenzan al hombre honesto, Sarmiento pareciera a las multitudes un himno escolar y Ameghino un desconocido que a pesar del olvido de sus compatriotas, posee una estatua en la Plaza Roja de Moscú y un solo memorial de piedra triste, remedo de rostro pintarrajeado por los irresponsables de nuestro tiempo, en las barrancas marplatenses, donde en sus cercanías se inmoló de pena Alfonsina Storni...

Ambos masones dieron todo su talento y afiebrada intensidad de visionarios del progreso y pocos los recuerdan mas allá de los slogan repetidos. Sin embargo, su conducta moral inspiró a Ingenieros a decir: “Frente a la domesticación del carácter que rebaja el nivel moral de las sociedades contemporáneas, todo homenaje a los hombres de genio que impendieron su vida por la Libertad y por la Ciencia, es un acto de fe en su porvenir: solo en ellos puede tomarse ejemplos morales que contribuyan al perfeccionamiento de la humanidad. Cuando alguna generación sienta el hartazgo de la chatura, del doblez de servilismo, tiene que buscar en los genios de su raza, los símbolos del pensamiento y de acción que la templen para nuevos esfuerzos”

Intentemos, los que no nos hemos dejado seducir por los cantos de sirena de nefastas globalizaciones y delirios semánticos, propagar la certeza de que tenemos suficientes ejemplos en la historia del pensamiento argentino, como para admitir la disgregación cultural de la mediática contemporánea.