por Ricardo E. Polo : .
Llevamos ocho meses de intenso trabajo, cuyo testimonio es la permanente visita de QQ:.HH:. a nuestras páginas y la continuidad y periodicidad en cada edición de la Revista Hiram Abif
Hemos adoptado un perfil bajo y sin autobombos que exalten la tarea desplegada. Nos hemos circunscrito a difundir el pensamiento masónico y el de los masones interesados en la Orden, su Historia y la Leyenda.
Hemos abierto las páginas a toda inquietud y a toda visión sobre la realidad masónica, aún sin compartir teorías o interpretaciones que pueden no coincidir con nuestro pensamiento. Lo hicimos porque tenemos la plena convicción del derecho que asiste a quienes expresan lo que piensan, de ver publicadas sus ideas. Este es un medio de difusión, no un catecismo tendencioso e intolerante.
¡Qué sería del progreso humano, si obrásemos con prejuicio respecto de las ideas que no son las nuestras! ¿Cómo podríamos defendernos de nuestros enemigos, si nos negásemos a saber qué procuran y cómo lo hacen?
Pues bien. En estos últimos tiempos han ocurrido algunos episodios que permitieron desencadenar algo así como un vendaval de insinuaciones, presunciones, veladas acusaciones de conspiración y hasta infiltración con datos falsos, en una Lista de origen español de la que participa un considerable número de QQ:.HH:: latinoamericanos.
Ciertamente tal circunstancia no debería movernos a editorializarla, dado que ni es la primera vez que ocurre ni será la última. Pero lamentablemente una vez más la Intolerancia ha creado un clima francamente destructivo, entre quienes ignoran de qué se trata y no conocen ni saben de los hechos que precedieron al desprestigio de las partes, en esta suerte de batalla campal que no contribuye ni a la Unidad Universal de la Masonería, ni al ejemplo de conducta que deben ostentar los masones.
Y de la misma manera, echando a rodar la sospecha, la desunión y la formulación velada de cargos inexistentes, porque al no aportarse más prueba que las adjetivaciones, las sombras recaen sobre cualquiera de los QQ:.HH:.
II
La Intolerancia manifiesta.
Miguel de Unamuno dijo que “Sólo merece ser llamado liberal el que comprende que lo único que no se puede tolerar es la intolerancia”. Aunque aquella apreciación no sea patrimonio de nuestro tiempo, recordemos a Southey cuando mencionó que “La intolerancia puede ser definida aproximadamente como la indignación de los hombres que no tienen opiniones" y que “El furor de la intolerancia es el más loco y peligroso de los vicios, porque se disfraza con la apariencia de la virtud.” Más que un diagnóstico, tales conceptos merecen ser tomados como la sintomatología de las actuales circunstancias.
Aquellas referencias pueden dar la pauta del marco en el que se desenvuelve nuestro editorial, pues ha ocurrido que un simple problema interno de una Lista; de malas interpretaciones; rencores manifiestos, búsqueda de culpables y evasivas frente a la necesidad de dejar claro quiénes y cómo son los detractores y presuntos conspiradores, las evasivas han contribuido al menoscabo de la imperiosa necesidad de alcanzar primero, La Verdad y luego, fundamentalmente, la Armonía entre los QQ:.HH:. Pero, como consecuencia de las presunciones y la intolerancia, solo se logró sembrar la discordia tan solo a causa de la soberbia con la que algunos personajes, no aceptan descender de sus mitomaníacas cabalgaduras.
Es necesario recordar a Coleridge, en aquello de que “El único y verdadero espíritu de tolerancia consiste en tolerar conscientemente la mutua intolerancia” o a Samuel Johnson que sencillamente nos dijo: “Tener prejuicios quiere decir siempre ser débil”, o a Albert Einstein, que un poco más acá de las alturas de la física cuántica, pudo exclamar: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Lo cierto es que mientras cada día es mayor el número de QQ:.HH:. que ingresan al ciberespacio y se integran con enjundia a confraternizar en busca de la Unidad, emergen celos francamente profanos, habladurías, presunciones, rencores y todos esos vicios propios de naturalezas, que no avanzan para concretar el perfeccionamiento que impulsa la Iniciación.
Peor aún, cuando la remanida imagen de “proseguir desbastando la piedra bruta”, se torna en mera letanía y carente de sincera expresión de humildad y propósito.
Fiodor Dostoievski sostenía que “Solo por el respeto de sí mismo se logra el respeto de los demás” y Rainer María Rilke con una pequeña frase condensó la esencia de la tolerancia: “Convierte tu muro en un peldaño”.
Estoy convencido de que nos hallamos en el camino de la Unidad Universal de la Masonería; de que lograremos superar los inconvenientes que a lo largo de los tiempos han perturbado la continuidad del pensamiento primigenio y el espíritu fraternal de los orígenes; estoy persuadido de que la Institución, integrada por Hombres, también refleja en su medida la profanidad de quienes la componen; pienso que debiéramos superar los roces y diferencias que se suscitan en la convivencia y también la necesidad de superar rencores, celos, envidias, pretensiones de supremacía.
Pero para todo ello se hace necesario saber quién es quién en este torbellino que impuso la web, y exponer los títulos legítimos en la membresía, evitando encumbrar personajes que un considerable número de QQ:.HH:. conocen, pero respecto de los cuales, callan.
En estos días he recibido algunos mensajes en los que mis QQ:.HH:. me dicen que somos, en oportunidades, un tanto duros conceptualmente. Es cierto, en algunos artículos debo reconocer que hemos sido muy duros, pero parafraseando al Q:.H:. Carlos Ratzin, que acertadamente señaló que "Cuando la prudencia indica callar, ese es el momento en que debemos elevar el tono de nuestra voz", es que pudimos haber salido de madre. Pero, siempre hay un pero, aquello es precisamente lo que deseamos hacer mediante este editorial. Y seremos muy claros:
Desde nuestras páginas en Internet y desde la revista Hiram Abif, nos guía un solo propósito, único y fundamental: la Unidad Universal de la Masonería. Ninguna otra alternativa está involucrada en nuestros esfuerzos. Y categóricamente dejamos esta constancia: la de no tener absolutamente ningún otro empeño que los mencionados.
Por eso, nos resulta ingrato, injusto, intolerante y poco fraterno, que ciertos personajes cuya conducta se ajusta a tales adjetivos, se encuentren abocados a desprestigiar sin fundamento alguno, la tarea desplegada. Recordad siempre mis QQ:.HH:., aquella sentencia del Libro: “Por sus hechos los conoceréis...”
martes, 16 de febrero de 2010
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