Blog masónico de Ricardo E. Polo


domingo, 21 de febrero de 2010

¿Y si viniéramos de otros mundos?


Por el V:. H:.  Ricardo E. Polo (artículo originalmente publicado en la Revista AUGE en 1975)


Esta es una alucinante posibilidad, en ella caben todos los cauces. La imaginación puede preceder a la verdad, o acercarnos a ella.

El hombre se ha preguntado en todas las épocas cual es el origen de su existencia.

Los científicos y los investigadores han intentado por todos los medios a su alcance, desentrañar ese misterio, hallando siempre un muro de silencio al final de sus investigaciones. O cuando más, con esas respuestas híbridas que no consiguen disipar las dudas ni desentrañar el misterio.

Ese muro de silencio ha sido la insolución a la respuesta antropológica sobre el eslabón perdido que falta en esa escala pretendidamente evolutiva en el origen de nuestra especie.

¿Esa escala es en realidad tal? ¿Es el hombre el resultado de la evolución, de una súbita mutación?

El hombre actual, Homo-sapiens, ¿es producto de una mutación relativamente cercana?

¿No estará la respuesta a estos interrogantes en la “creación” de un ser, al ocurrir una transformación biológica a través de la modificación de los caracteres genéticos en el ADN y en ARN?

Cualquier respuesta dada a este tema es, fundamentalmente, conjetural.

Nadie esta hoy en condiciones de afirmar con absoluta certeza que la teoría de la evolución es la interpretación más correcta a la presencia del Hombre en la tierra; ni ninguna teoria antropológico-religiosa tiene en su poder las pruebas que tanto su concepción como las que interta la ciencia, sean las respuestas finales.

Estamos entonces en condiciones de aventurar teorías dadas por ciertas algunas alternativas a los interrogantes cotidianos que sobre el particular se plantean.

Comencemos diciendo que uno de los misterios más grandes que existen respecto del Hombre, es que ninguna teoría en la actualidad esta en condiciones de dar una prueba total de su origen.

Por otra parte, intentar dar esa respuesta clasificando al Hombre como un integrante más de las especies animales, tampoco es rigurosamente apta en su contexto.

Más bien y esto fundamentalmente par la teoría que esbozaremos en esta nota, habría que intentar colocar al hombre fuera de ese contexto e imaginar que su esencia esta en un suceso que no amalgama con el análisis de la continuidad de la teoría del origen y evolución de las especies.

Si los naturalistas estudian los antepasados de muchas especies animales que pueblan nuestra tierra, seguramente también encuentran los eslabones evolutivos, en regresión a los tiempos más remotos.

Pero si intentan hacer lo mismo con el hombre, descubren serias dificultades en ubicarlo con continuidad a través de la escala evolutiva de los homínidos.

Hace falta, como es común mencionarlo, ese famoso Eslabón Perdido. Es decir, en el análisis de los homínidos se llega a un limite en el que no es posible hallar la pieza que encaje entre ese pitencatropus erectus y el homo.

¿Por qué causa los esfuerzos han sido vanos?

Tal vez porque se ha buscado por un camino direccional equivocado.

Veamos por qué.

Nuestra hipótesis de trabajo es que el hombre ha sufrido, en la escala de los homínidos una súbita transformación, mutación o que este actual homo sapiens-sapiens, no es originario del planeta.

Admitiendo la posibilidad de que sea producto de una súbita transformación, podemos basarnos en el Cap. 6 vers. 4 del génesis (A. T.), donde se afirma que “los Hijos de Dios tomaron mujer entre las hijas de los hombres y tuvieron hijos y esos hijos fueron los héroes antiguos de la humanidad”.

La interpretación de ese versículo pude tomarse de todos modos. O los hijos de Dios eran viajeros del espacio que tuvieron descendencia con las hijas de los hombre modificando la escala evolutiva o lo que en realidad hicieron no fue copular, sino modificar “con” y “en” las hijas de los hombre el código genético transmitido a través del ADN y ARN y de esa manera “mutar” a los descendientes por ellas engendrados.

Esta hipótesis, por supuesto imposible de probar en nuestro tiempo, explicaría con cierta lógica la continuidad del homínido hasta el sapiens.

¿Por qué los antiguos escritores del génesis habrían insertado en el ese versículo, si no hubiera habido un hecho espectacular que así los justificara y así lo consignaran para interpretación de las Sagradas Escrituras?

Creo que ellas han sido escritas, para perpetuar su mensaje a través del tiempo o “hasta el final” de los tiempos y que este final realmente no significa el fin del mundo sino el advenimiento de la Verdad, es decir de la interpretación correcta del mensaje transmitido. Una vez que sea develado el misterio y eso ocurrirá por cierto, cuando el hombre este preparado para “comprender” esas verdades que las Escrituras han transmitido generación tras generación.

Así ocurrirá en el final de los tiempos. Pues estos tiempos han sido predichos no como la destrucción de la humanidad y su planeta, sino como el final de una época y el comienzo de otra

Y si estas hipótesis son correctas, evidentemente de probarse darían final a un tiempo y comienzo a otro distinto y de muy otro alcance cósmico.

Razonemos. Apenas en cien años el hombre ha descubierto la genética biológica y en ese lapso su compenetración lo ha llevado a descubrir los caracteres hereditarios y la manera como orgánicamente los genes los transmiten. Ha descubierto el ácido desoxiribunocleico y el ácido ribunocleico y mediante el descubrimiento del código genético, se ha dado a la tarea aun no lograda de descifrarlo. Y en el preciso momento en que lo logre será sin duda HACEDOR.

¿Acaso no es posible que la “creación” del hombre sea producto de una inteligencia superior, que no tenga relación con la deidad religiosa que concebimos? Es decir: Dios habría utilizado a esa inteligencia para dar cumplimiento a su Obra.

De ser más gnósticos, podríamos decir que existen inteligencias extraterrestres superiores a todo lo imaginable (como en el caso del hombre con relación a las avispas y a las hormigas) que pudieron hacer no solo lo que con vida existe en este planeta, sino incluso modificar o crear este sistema solar. Algunos aventurados imagineros has sostenido que esto es posible.

¿Por qué no...?

En el vuelo de la imaginación, en su desarrollo, en todo lo que le es posible y factible en función de la inteligencia, no constituye blasfemia, ni siquiera desde el punto de vista religioso, el pensar que estas teorías son aceptables, posibles y hasta probables.

A riesgo de ser calificado de herético o audaz, uno pretende acercar a la imaginación un poco aquello que los pontífices de la ciencia dan por sentado. Porque se arriba, en cierta etapa de los conocimientos, a una instancia en la que es posible comprender que todo cuanto se sabe es relativo y momentáneo.

Ninguna ciencia, salvo las matemáticas, y siempre que admitamos que es “una” matemática, puede afirmarse que sea absolutamente rigurosa y cierta.

Todos los días se hace necesario modificar los conceptos que uno tiene sobre las cosas. Porque todos los días se modifican las cosas. Se ha hecho necesario el uso de las computadoras para almacenar información, justamente en razón de que la información se incrementa y modifica cotidianamente.

Entonces, justamente por la falta de actualización, las grande mayorías y las grandes minorías desconocen los que en cenáculos se procura seguir sustentando como lo que algunos investigadores audaces procuran modificar, revelar por cierto, investigar o desarticular en la maraña de afirmaciones del tipo académico –con respecto total a las academias- pero sin ciertas reservas y prevenciones en relación a los académicos.

Nadie ignora es estos tiempos que vivimos, que tanto la grandeza de espíritu como la modestia científica que deberían poseer quienes investigan a ese nivel no son moneda corriente.

Si así no fuera, no habría en todas las épocas tantos hombres vulnerados por sus ideas (pos sustentarlas).

De hecho, sostener la hipótesis de que el hombre actual no es producto de la evolución sino de una mutación y que esa mutación ha sido realizada por inteligencias provenientes de otros mundos, es seguramente una manera de enquistarse con la ortodoxia científica.

No obstante, más audaz aún seria sostener que este ser habitante del tercer planeta del Sistema de la estrella Sol, en realidad es un resultado genético proveniente de otros mundos y que arribo a la tierra por leyes panespérmicas cósmicas. También y por qué no, ese “Valle de lagrimas” no sea otra cosa que una cárcel galáctica, en la que habitan aquellos inadaptados del Universo, que traídos aquí han ido, generación tras generación, intentando purificarse... Claro està y como es evidente, sin haberlo conseguido todavía.

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