Blog masónico de Ricardo E. Polo


martes, 16 de febrero de 2010

¡ J`Acucuse ! - Algo sobre Emilio Zola para saber

por Ricardo E. Polo El 13 de enero de 1898, (no era un martes), Emilio Zola publicaba en L`Àurore de París su sobrecogedor ¡Yo Acuso! Se trataba del reclamo de justicia más dramático y veraz de la Historia. Y dejo constancia, que ese es mi pensamiento. Como creo saber que infinidad de argentinos desconocen de qué se trata, les diré que en Francia, nación a la que supimos admirar con inequívoca pasión, se cometió una de tantas y feroces injusticias a las que la historia del hombre está acostumbrada. LOS HECHOS Todo comienza el 15 de octubre de 1894, cuando al capitán del ejército francés Alfred Dreyfus, integrante de su Estado Mayor, es llamado presentarse de civil al Ministerio de Guerra. Allí es arrestado. Se le acusa de espionaje. Debemos situarnos. Francia se hallaba sumergida en el recuerdo de la derrota que los alemanes le hicieran sentir en Sedán en 1870. Y como señala en La Nación (14/1/98) Graciela Iglesias, se suman "...los horrores de la Comuna en 1871 (donde 30.000 parisinos murieron en una semana, cifra superior a los decapitados durante la Revolución)" Por razones demasiado extensas para mencionarlas, existía en Francia un antisemitismo furibundo. Una publicación del periodista Edouard Drumont, "La France Juive" ( La Francia Judia), mas un escandaloso negociado ocurrido en Panamá, tenían en vilo a la opinión pública contra los judios. Alfred Dreyfus era judio, tenía mucho dinero y fue el chivo expiatorio del descubrimiento de espionaje a favor de Francia e Italia, a través de unas notas que se le atribuyeron. Condenado a cadena perpetua, luego de ser degradado en una ceremonia con todo el ritual militar de entonces, conmocionó los espíritus de Francia.
Pero ¿cuáles espíritus?. ¿Los de quienes odiaban a los Judios; el Estado Mayor del Ejército francés que obvió la certificación de la prueba; las diatribas de Edouard Drumont, periodista canallesco sin ética ni moral; la posición de Rodin, Cézanne, Rimbaud, Mistral, Valéry y aunque me duela por que lo admiro, el mismísimo Julio Verne que se creyó la infamia? Tal vez. Yo creo que hay mucho más. Más doloroso, más trágico, más general que lo particular de este caso. Cuatro años después de la condena, el coronel Marie-Georges Picquart, Jefe de Contraespionaje, descubre que el verdadero espía era el mayor Charles Ferdinand Esterharzy, uno de los tantos traidores e inmorales que suelen existir en las instituciones republicanas. ¿Y qué sucedió entonces? Adviértalo el lector. Picquart, de pase a Túnez. Poco después, acusado miserablemente por Joseph Henry (el que certificara grafológicamente la culpabilidad de Dreyfus) de ser partícipe de un intento de "golpe" sionista, también es dado de baja del ejército francés. Hay necesidad de encubrir. Sacarse los testigos de encima. Acusado de traición por Mathieu Dreyfus, hermano del inocente, el mayor Esterharzy comparece ante una corte marcial. El 11 de enero de 1898 (se han cumplido cien años) en tan solo tres minutos, los entorchados integrantes del Tribunal Militar, lo declaran inocente. ¡Nada menos! Sin embargo, este escandaloso suceso que desde un principio fue advertido por escritores como Marcel Proust, Mallarmé, Anatole France Alphonse Allait, los pintores Monet, Pizarro y Manet, entre muchas otras personalidades con "todavía" conciencia moral, culminó con el ¡Yo Acuso...! de Emilio Zola. A instancias del presidente del Senado en París, Auguste Scheurer-Kestner, que le facilitó el contenido de las actas militares, Zola escribió el artículo que tuvo el coraje de publicar el editor del diario L`Aurore, Georges Clemenceau, quien a pesar de sus dudas sobre el caso, mostró con claridad su fe en la libertad de prensa, no solo causando una profunda división en el pueblo francés, sino dejando a la posteridad una de las mas extraordinarias defensas ante la injusticia, que jamas de hayan escrito. Adolphe Dreyfus tenía 35 años, cumplía su cadena perpetuidad en la Isla del Diablo, Guayana Francesa. Pese a la denuncia de Emilio Zola; nuevas pruebas que llevan al suicidio a Joseph Henry y esto a una nueva "corte militar" que lo rejuzgó en Rennes, Dreyfus fue condenado esta vez a 10 años de prisión por haberse hallado "circunstancias atenuantes". Fue necesario que el presidente Emile Loubet, en un acto de imprescindible reparación, decretara el perdón para Dreyfus el 19 de septiembre de 1899. Emilio Zola, luego del ¡ J`Accuse ! debió exiliarse en Inglaterra. Los poderes que engendraron la injusticia y la impunidad reinante, lograron una condena en un juicio por calumnias. Fue anulada. Pero amenazado con otras acciones judiciales, debió exiliarse. Emilio Zola, que se atrevió a desafiar a quienes desde la corrupción del poder, la impunidad, la injusticia y los reiterados sopapos a la dignidad humana hicieron lo que hicieron con Adolphe Dreyfus, fue finalmente asesinado, sin que el pueblo francés lo supiera. La confesión del crimen en su lecho de muerte, de un ingeniero en calefacción en 1927, permitió saber que la muerte por monoxido de carbono de Emilio Zola en 1902, había sido producida por aquél al obstruir la chimenea del hogar parisino del escritor francés. Pero he aquí que no fue en 1927 como Francia supo del crimen. Fue en 1953, cuando por remordimiento, lo dio a conocer un lector del periódico Liberation ante quien hizo la confesión el asesino de hecho, quedando para el gran interrogante, quién fue el instigador de tamaño asesinato. En su nota publicada en La Nación por Graciela Iglesias, corresponsal del matutino y de la que hago referencia al principio de esta nota, expresó al finalizar la suya y como corolario que "Esterharzy, que nunca fue buscado por sus crímenes, se mudó a Inglaterra donde trabajó como periodista bajo el seudónimo de Fitzgerald. Murió en 1923 y todavía es posible verlo enterrado en Harperden bajo el nombre de "conde Jean Marie de Voilement". Clemenceau se convirtió en premier en 1906 y se dió el gusto de nombrar a Picquart ministro de guerra. Dreyfus fue reintegrado al ejército, peleó en la Primera Guerra Mundial y ganó en 1919 la Legión de Honor. Constantemente perseguido por terroristas nacionalistas, murió en 1935 con su nombre todavía manchado por un crimen que jamás cometió" En 1995, el ejército francés declaró formalmente su inocencia. Hoy, a cien años de la denuncia de crimen, Dreyfus está reivindicado. Pero ¿ y Emilio Zola ? Las loas a su denuncia, la difusión de sus 39 paginas dirigidas con pasión, argumentos, coraje, al presidente de la república francesa Felix Faure, ¿qué han logrado para su memoria, su martirio, su asesinato ? Mas allá del homenaje que el presidente Chirac, y su primer ministro Jospin, de posiciones polìticas contrapuestas, rindieron en nombre de Francia tanto a Dreyfus como a Zola, uno se interroga sobre la transmutación de los hechos historicos. Cuántas injusticias semejantes hay en nuestra historia. El capitán Gomila, instigador de la muerte de Mestivier, último gobernador militar de las Islas Malvinas y su esposa, que fue sancionado con un "arresto" con goce de sueldo y ahorcados los ejecutores materiales. El fusilamiento de Dorrego a manos de Lavalle, uno y otro víctima de los instigadores que nunca pagan. El gólgota que fue la vida de Domingo Faustino Sarmiento, a manos de la caterva de ignorantes que desde el origen mismo de la patria nos vienen asolando. Hasta hoy, con la impunidad ante el crimen del cronista gráfico José Luis Cabezas, con toda la emotiva actualidad que condiciona la visión global del horror que el mismo encarna. Me interrogo frente a esta patética "cosmovisión" de la historia. ¿Qué pasa que no surgen los Emilio Zola del siglo XX? ¿Cómo es posible que lo mediático reemplace lo profundo? ¿Cómo es posible que la traición, la mentira, la ingratitud, la insolidaridad se "pasee oronda", como solían decir nuestros abuelos, y compadreen los mediocres, los ignorantes y los inútiles, ante quienes se capacitan, estudian, sacrifican y trabajan, hoy, estérilmente? ¿Qué nos ocurre a los argentinos, que parecen no hacernos mella los ejemplos de la Historia? ¿Creemos acaso que el ¡Yo Acuso! fue un mero episodio anecdótico ocurrido en la dulce Francia; una aventura intelectual de un "loquito", como solían calificar a Sarmiento sus detractores? La farandulización de la vida cotidiana a manos de la medianía; los mensajes directos o subliminales que otorgan los ahora multimedios cada vez más audaces en su obscenidad, en su apología del crimen, en su cátedra del consumo de "substancias químicas prohibidas", como ironiza Horacio Verbitzky; en la desinformación de los show`s- informativos; en el endiosamiento de la mediocridad; en el avance de la frivolidad frente a los dramas cotidianos de la desocupación, el hambre, la violencia, la desintegración lenta y dolorosa, de las que un día llamábamos "instituciones de la República". Si hacemos encuestas serias, ¿cuántos pueden definir lo que es la virtud, la solidaridad, la vocación de servicio, la lealtad y hasta qué es la República? Y frente a este estado de cosas que con gran sabiduría y coraje eclesial ha señalado con reiteración el Santo Padre y en nuestra ciudad el Obispo José María Arancedo en un reportaje que le hiciéramos a principios de este mes, nosotros planteamos el interrogante: los hechos, como el protagonizado por Emilio Zola, ¿son meramente anecdóticos? ¿Hasta ese punto ha llegado la necedad humana, o es que la ignorancia prevalece hoy como la barbarie en los orígenes de nuestra República? ¿Qué ha cambiado en estos 188 años de existencia como Nación? ¿La puja entre federales-unitarios y unitarios-federales, es una constante solo atemporalizada por la semántica o los disfraces políticos circunstanciales? ¿Se repite la historia en una continuidad cuasi virtual? ¿Sobrevive la puja entre caudillos incivilizados y la cultura y el progreso? ¿Cuál Inquisición ha sido peor, aquella del siglo XVIII y sus efectos o la que propagan los medios saturados, dirigidos y "producidos" por quienes ponen en entredicho los "valores" éticos y morales, que nos han sustentado civilizada mente? Y por último, viendo a la distancia el concepto de la Libertad que en Francia produjo un Emilio Zola y a través de su prédica una reparación ante la injusticia, preguntarnos si esta Libertad de la que nos dicen que gozamos y que muchos disfrutan sin que deban rendir cuentas de sus tropelías, no será, en última instancia, una de las tantas trampas a las que nos tienen acostumbrados los que dentro de la Historia, siempre están fuera de la Historia...

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